Apuesta máxima

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

Descartate a tiempo

Si alguien se hubiera tomado mínimamente en serio alguna parte del guion de Apuesta máxima, el resultado podría haber sido un producto mucho más atractivo. Pero parece que desde los productores hasta el director se cruzaron de brazos desde el momento en Ben Affleck y Justin Timberlake pusieron sus firmas en los contratos.

Dicho en los propios términos de la película, apostaron todo a sus primeras dos cartas fuertes y se olvidaron del resto del juego. Y la verdad es que había mucho por jugar, porque la trama de este thriller combina una cantidad de elementos potencialmente interesantes: el negocio de las apuesta en Internet, el choque entre la mentalidad de universitario y la mafia del juego, el dinero fácil, la corrupción en Centroamérica, la amistad y rivalidad entre dos hombres que aman a una misma mujer.

Sin embargo, todos esos componentes parecen metidos a la fuerza en una licuadora para obtener de ellos una mezcla insípida y servirla en unos cómodos vasitos descartables. Por empezar, sobran las explicaciones. Desde el principio, la película parece contada dos veces: a través de las imágenes y a través de la voz en off del protagonista, lo que indica un absoluta falta de confianza no sólo en el espectador sino también en las propias facultades narrativas

Richie Furst, el personaje de Timberlake, es un estudiante universitario que descubre un fraude en un sitio de apuesta y decide ir a decírselo directamente en la cara al dueño, Ivan Block (Affleck). Esa arriesgada movida inicial hace que Block le ofrezca un trabajo en su equipo y así surge entre ellos una tensa relación de amistad y rivalidad que es más enunciada que mostrada. Las cosas se complican cuando una mujer, los amigos de Furst y el FBI se suman al campo de fuerzas.

Pero en ningún momento la idea es extraerle sustancia dramática a esas situaciones sino por el contrario plantearlas como los vaivenes de un juego que por momentos se parece más a un acertijo de revista de crucigrama que a un verdadero partido de póquer donde se apuesta la vida.