Aprendiendo a volar

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Las alas del duelo

Las ausencias no simbólicas sino aquellas que el protagonista sufre a diario, leáse carencia de madre, padre ausente y alcohólico, sumado un entorno demasiado hostil, condicionan el vuelo de esta infancia en la que el único sustituto de libertad y posibilidad de darle rienda suelta al deseo llega desde la particular relación que establece Jojo con un cuervo pichón que no ha podido quedarse en su nido.

La psicología barata rezaría a los cuatro vientos síndrome del nido vacío, que se reproduce en la existencia de este muchachito pero con los roles invertidos dado que sus padres, por distintas circunstancias, son los abandónicos y no el niño que debe transitar por los duelos habituales del crecimiento en los primeros estertores de la infancia; en la forzada metamorfosis hacia la adultez temprana que implica hacerse cargo de uno mismo y cuidar a quien debe cuidarlo.

A pesar que el film pretende mantener oculta cierta información sobre la madre de Jojo, las llamativas charlas telefónicas a escondidas del padre para describirle una realidad idílica son el indicio de que algo extraño ocurre en la conducta del niño adulto. Los episodios de violencia doméstica que debe soportar, cuando no la ausencia temporaria del padre que trabaja como seguridad fuera de casa, completan el patético cuadro.

Pero a esa cruda realidad se le superpone el pequeño idilio de Jojo y su cuervo. Ambos coexisten en un mundo atravesado de peligros y amenazas externas, aunque cuando ese espacio es conquistado por ellos nada puede lastimarlos.

Aprendiendo a volar, entre otras cosas, es un film de aprendizajes, con la particularidad de que los únicos protagonistas son el niño y el pájaro en el camino de la vida. Y si de vida se trata, también aparece la contracara de la muerte y con ella la ausencia y el duelo. Y del duelo, la capacidad de duelar diferentes cosas y entonces extender las alas para que el deseo renazca en el próximo vuelo hacia la libertad.