Aprendiendo a volar

Crítica de Maia Debowicz - A Sala Llena

Las despedidas tienen olor a sala de espera.

"Como los niños ya atraen automáticamente consigo la poesía, creo que se ha de evocar introducir elementos poéticos en una película infantil, para que la poesía nazca de sí misma, como algo más, como un resultado y no como un medio, ni incluso como un objetivo que alcanzar", afirma el director y crítico de cine François Truffaut en su texto Reflexiones sobre los niños y el cine, escrito el 6 de febrero de 1975. El cineasta francés entendió como pocos el universo lúdico de los niños ya que siempre expuso en la pantalla que la corta edad no es sinónimo de simpleza: "Nada es pequeño en lo que concierne a la infancia". Su sabiduría sensible le dio las herramientas necesarias para construir una de las mejores películas sobre niños: La Piel Dura (1976).

Aprendiendo a Volar nace en la misma cuna y, al igual que La Piel Dura, el punto de vista se centra en el infante ya que el director holandés tiene la gran capacidad de convertirse en su cómplice. La cuarta película de Boudewijn Koole se preocupa por gritar a los cuatro vientos que los niños son mucho más valientes que los adultos. Y por más valientes me refiero a menos miedosos. Jojo (Rick Lens), uno de los niños más adorables de la historia del cine, pasa sus días jugando a ser niño en vez de jugar a ser grande ya que debe ocuparse de los quehaceres de la casa porque sus padres, de distinta manera, se encuentran ausentes.

Jojo es fuerte porque no tiene quien lo proteja, pero su vigor crece como un dinosaurio de goma en un vaso de agua cuando encuentra abandonado un pichón de cuervo debajo de un árbol. La adopción es mutua porque ambos seres están necesitados de afecto y protección. ¿Qué piensas del puré de papas con Brocolí?, le pregunta el niño a Jack, el cuervo bebé, tratándolo con la misma complicidad que tiene el director con Jojo. La relación entre los dos funciona como un diario íntimo que devela aquellos detalles de la vida de Jojo que como espectadores desconocemos. El niño rubio que le pone montañas de azúcar a las tostadas crea una ficción dentro de la ficción para poder sobrevivir a la realidad. Aprendiendo a Volar es una película intensa sobre la complejidad del duelo, aquel proceso emocional eterno que conlleva una pérdida.

A pesar de que Jojo es el encargado de enseñarle a volar a Jack, es el cuervo quien le enseña a desplegar las alas al niño porque la existencia de la mascota emplumada reside en ayudarlo a enfrentarse con esa verdad tan temida. Aprendiendo a Volar nos recuerda con extrema emotividad, combatiendo el peso moral y los lugares comunes, que, sin importar la edad, siempre seremos niños indefensos a la hora de intentar comprender que la vida es finita.