Aprendiendo a volar

Crítica de Florencia Pesce - Proyector Fantasma

Un día un cuervo, te abrirá el corazón

Kauwboy es el nombre en holandés del ave que adopta Jojo, un niño preadolescente. El ave indefensa se ha caído del nido, pero lejos de ser meramente una mascota, es esta ave quien guía cual corcel negro al niño en el duro trance que está pasando. Jojo aprende como cuidarla a través de un libro especializado, el cual cuenta cuales son las características principales de su comportamiento, alimentación y supervivencia. En un ambiente donde los mayores están entrecortados, muchas veces sus rostros aparecen y desaparecen, las emociones se descontrolan y el desamor parece reinar el ambiente, Jojo construye su universo, su realidad por medio de esta relación, aprende a formar nuevas relaciones e inconscientemente a trascender el dolor, los obstáculos y aceptar lo vivido.
Si bien Boudewijn Koole nos cuenta una historia sutil, modesta, donde dos seres que pasan por circunstancias parecidas pueden acompañarse, y así superar lo que les toca, esta historia entre un niño y un animal, supera la media. Cargada de recursos cinematográficos utilizados de manera sencilla y poética, con una excelente fotografía a cargo de Daniel Bouquet, el film no hace abuso sino que por medio de las correctas actuaciones va construye el relato de manera subjetiva, donde los espacios, las miradas, los encuadres, la banda de sonido a cargo de la música de Helge Slikker, los fuera de campo, los silencios aportan fluidez. Nos permite así empatizar con el protagonista, entender su mundo interno y aprender, como él, a salir adelante.
El film obtuvo la mención especial de BAFICI 2012 y Mejor opera prima del Oso de Oro en Berlín, entre otras distinciones.
Por Florencia Pesce