Apollo 18

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Lado oscuro de la luna

Terror y ciencia ficción, en una supuesta misión espacial secreta del ‘74.

La idea general de El proyecto Blair Witch y tantas sucedáneas, sazonada con toques de Alien, el octavo pasajero, más claustrofobia, desesperación y desamparo estatal, estilo Enterrado : la receta de Apollo 18 . Una película a la que, tal vez, se le puede objetar la solemnidad con que vende su promocionado found footage ( creación de un filme en base a viejas filmaciones encontradas). La fórmula del falso documental ya es antigua; pero también, en este caso, hay que ser justos, es eficaz.

Como prefacio, se nos explica que veremos una edición de imágenes, colgadas en Internet, de una misión secreta enviada por la NASA a la luna en 1974. La estética de la película es, desde luego, retro: reproduce, sobre todo en las escenas sobre la superficie lunar, aquellas imágenes en blanco y negro, distorsionadas, entrecortadas, que nos llegaron del Apollo 11 en 1969. El resto, lo que ocurre adentro de la nave, está supuestamente filmado por los astronautas en 16 mm, y por las cámaras que comunicaban al Apollo 18 con la Tierra.

Los hombres que cruzan el espacio son tres, aunque la trama se centra en dos: el capitán Anderson (Warren Christie) y el teniente coronel Grey (Lloyd Owen). Tras el alunizaje, encuentran una nave soviética abandonada, con sangre en su interior. Tendrán otras ingratas sorpresas, que no conviene adelantar. Lo que origina el terror posterior está bien dosificado, más sugerido que mostrado. La paranoia, o la realidad, irán creciendo. ¿Serán los astronautas, como sospechan ellos, conejillos de indias del Departamento de Defensa? El hábitat cerrado, la distancia y el agobio se apoderan, como seres extraños, de los tripulantes.

Se recomienda disfrutar de Apollo 18 , tal vez a contramano de cierto preconcepto que supone una vuelta de tuerca a lo ya visto, como de un viejo thriller espacial. En su angustia cósmica, el capitán Anderson escucha una grabación de And You and I , que Ian Anderson grabó con Yes en 1972, en Close to the Edge . De pronto, aquel temazo imbatible se detiene: el hijo y la mujer del capitán le dejaron un saludo. Anderson, ahora, está más cerca del borde.