Antonio Gil

Crítica de Brian Macchi - Fancinema

EL RITUAL DE LA MONOTONÍA

Muchos habitantes de nuestro país (entre los que me incluyo) conocen poco y nada del mito del Gauchito Gil. Quizás han visto pequeños santuarios o su imagen en algún lugar, pero no conocen realmente quién fue ni qué hizo. Tratando de ahondar en lo que genera este “santo” en sus devotos, el documental Antonio Gil es la narración de la festividad anual en su homenaje que se realiza en el interior de la provincia de Corrientes a través de convertir en ritual un procedimiento cinematográfico: el travelling. El registro abarca varios años y, según indica la sinopsis oficial, estos ciclos “aluden metonímicamente a las capas geológicas que sedimentan al mito”.

Como se ha dicho, la película tiene como principal elemento al travelling para exhibir de esta particular manera lo que sucede en los alrededores del santuario del Gauchito Gil. Es como si quien observa fuera parte de una procesión y ese tipo de plano transmite perfectamente esa sensación. A su vez, se va presentando lo que ocurre dentro del lugar y cómo los devotos reaccionan en ese momento; prenden velas, tocan la cruz conmemorativa con sus pañuelos, entre otras cosas, para finalizar con una gran fiesta de música y fuegos artificiales.

Los ángulos con los cuales se van mostrando lo que ocurre durante los distintos años registrados se repiten, pero con un sentido estético, y se les agregan voces en off que narran diferentes vivencias o historias sobre este personaje. Esta característica repercute en que la película avance pausadamente, ya que el objetivo es exhibir la atmósfera que se crea en este ambiente. Sin embargo, el problema es que con el desarrollo el virtuosismo visual termina agobiando y los relatos se vuelven tan impersonales que terminan sin aportar mucho, generando una falta de interés progresiva.

El solo registro de lo que sucede sirve para un primer tramo, pero su repetición y el hecho de ser un personaje del cual gran parte de la sociedad conoce poco, y que el documental no se tome el trabajo de describir -lo poco que se transmite es a través de los relatos, que son bastante imprecisos-, repercute en que el film se vaya degradando en su desarrollo para finalizar siendo una mera anécdota.

En definitiva, Antonio Gil es en principio un atractivo documental para conocer una movilización de fieles magnífica y poco difundida, pero el trabajo cinematográfico, que en un comienzo resultaba atractivo, con el pasar del tiempo se va deshaciendo para concluir de forman monótona y sin atractivo.