Antes de despertar

Crítica de Lucas Rodriguez - Cinescondite

De haberse estrenado en los años '90, Before I Go to Sleep hubiese disfrutado de una aceptación mucho mayor que al presentarse en pleno 2014. Y es que la trama, un thriller donde una mujer amnésica debe vivir el mismo día una y otra vez, funcionaba más en los inimputables años dorados de este tipo de propuestas, cuando Ashley Judd era la reina del crimen y el suspense, y la ridiculez de ciertos planteamientos podía salir impune gracias a la fuerza de su elenco. Desafortunadamente, no mucho puede hacer Nicole Kidman para sobrevivir al mismo día una y otra vez...

Y no es porque no lo intente. La australiana, hermosa a sus 47 años, juega el papel de la olvidadiza Christine con pocas ganas, con una apatía que debería traducirse en empatía por parte del espectador de su situación pero que genera más de un bostezo. Esa presencia, etérea y frágil que posee Kidman, agota y agobia con el correr de los minutos, mientras su fragmentada vida va reconstruyéndose con la ayuda de un cansado marido interpretado por Colin Firth y un serio psicólogo que la ayuda a acomodarse todos los días a su presente, encarnado por ese destacado secundario que siempre es Mark Strong.

El gran crimen que comete la película de Rowan Joffe -quien también adapta el bestseller de S.J. Watson- es que la historia de una protagonista amnésica es una carta muy jugada en Hollywood, pero que igualmente nunca debería caer en los lugares comunes. Hay mucho espacio para explorar, hay detalles que recopilar, y todos son sospechosos. Acá, los posibles culpables son tan sólo dos y la tensión es poca para que la revelación, el giro sorpresivo, aporte mucho peso a la trama. Importa cuando dicho giro toma un cariz sinietro y la violencia se apodera de la pantalla. Si en los primeros minutos Kidman se anima a un jugado desnudo -¿será su cuerpo? ¿habrá sido una doble? Misterio- a partir de la segunda mitad hay una intensidad y arrojo en su interpretación que hace un chasquido enorme frente a la platea y exige, demanda, toda la atención posible. Sólo por ese subidón de adrenalina es que Before I Go to Sleep no termina de caer en el olvido y al menos se dignifica a sí misma con el tramo final.