Ant-Man and The Wasp. El Hombre Hormiga y La Avispa

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Para satisfacer la ansiedad de los seguidores de Marvel con Avengers: Infinity War, el estudio lanza Ant-Man and the Wasp, la secuela del film de 2015, dirigida, nuevamente, por Peyton Reed.
Ant-Man vuelve al cine y esta vez está acompañado. Scott Lang tiene arresto domiciliario después de los eventos de Capitán América: Civil War. Pasa gran parte del tiempo con su pequeña hija y alejado de Hope Van Dyne y el Dr. Hank Pym. En los últimos días de la condena tiene una visión de Janet Van Dyne en el reino cuántico y vuelve a contactarse con el equipo que busca una manera de rescatar a la mujer. Pero a la par una villana intenta robar el laboratorio del Dr. Pym y quitarle la posibilidad de reunirse con su esposa.

Después del drama y la agonía de ver morir a gran parte de los personajes en Avengers: Infinity War, el tiempo retrocede y también el ritmo cambia a la saga de Marvel más cómica de su universo. Principalmente por el trabajo de su protagonista Paul Rudd.

Olvidándose los gags visuales, el actor sobrepasa la cinta al no tomarse en serio las situaciones que enfrenta, en contraposición a los demás actores de la saga. Es un hombre común y ordinario que casualmente se ve enredado en el mundo de los superhéroes.

En el caso de Hope (Evangeline Lilly) se encarga de ser la heroína del film, aunque la cinta no le de espacio suficiente para lucirse. A la par, su relación con Scott no evoluciona y en definitiva nada de lo que vivieron en la primera película sirve de algo.

Marvel y sus villanos son un problema que solamente pudieron superar con la increíble actuación de Josh Brolin como Thanos. En Ant-Man and the Wasp, al tener un guion en el que gran parte se basa en situaciones de acción y comedia, la villana de turno (Ghost, la fantasma) está pobremente construida. No genera una amenaza importante a los héroes, y mientras que por momentos parece perder toda cordura en otros parece ser más un soldado en una guerra. Cabe mencionar que el actor Walton Goggins también funciona como el malo de la película pero con un personaje redondo y de manual.

Visualmente la película juega con algo que ya habíamos visto en su primera parte que son los efectos de perspectivas al hacerse grandes o chicos los personajes o los objetos. En esta oportunidad no sorprende pero en una persecución de automóviles es efectiva y entretiene.