Anónima: Una mujer en Berlín

Crítica de Andrea Migliani - Puesta en escena

Un relato de supervivencia, donde el recuerdo no logra perdonar la barbarie

Anonyma. Una Mujer en Berlín/(Anonyma. Eine Frau in Berlin) este autorelato involucra un modo de seguir siendo. Cuando la novela se publicó recibió denostaciones y reprobación. Berlín ocupado por los rusos, el caos y la desolación se encaramaron en las vidas. Era otro relato de la Segunda Guerra y la herida no había cerrado aún pero Alemania no soportó, allá por los años 50, ese relato de una moral posible de una representante de la mujer germánica. ¿Cómo condescender a que la violación sirva de medio de subsistencia? ¿Por qué narrar el abuso? ¿Cómo soportar la denostación cuando las heridas del mismo no cicatrizan? Por ello, su autora prohibió su re edición hasta su muerte. El texto en el año 2002 alcanzó records de ventas. La crueldad sigue siendo un buen agente de mercado y la indagación de los hechos terribles que suceden durante una guerra, ocupación o conflicto de cualquier especie siguen siendo crónicas ineludibles para re pensar cierta cosmovisión de la atrocidad humana. Una violación es aterradora aquí, allá y en todas partes.

Y así como la Malinche usa su lengua para sobrevivir sólo un poco más, esta mujer que habla algo de ruso, que se encuentra casada con un oficial alemán del que desconoce el paradero, será ultrajada muchas veces. Hasta que se convierte en la elegida de un oficial ruso.

No hay opción pero la crueldad jamás se naturaliza en el film porque si bien está en el orden de ese estado de cosas hay algo del orden que comprende la ética y la pulsión de vida que permite absolver (si tuviéramos esa potestad) a esa mujer, muy bien interpretada por Nina Hoss, ya que hay que vivir para contarla y porque al fin de cuentas, nadie, absolutamente nadie sabe de qué sería capaz con tal de seguir respirando.

Si bien, las imágenes dan cuenta de una ferocidad sin límites, la cámara de Max Färberböck no concede nunca, no metaforiza pero retoma desde un lugar en que el género (gender) alcanza otras concesiones la infortunada vida de esta mujer que el centro de un debate que no parece terminar. ¿Cómo vivir, afrontar y continuar en la guerra? ¿Cómo se hace cuando todo ha terminado y las heridas siguen supurando una sustancia viscosa sin nombre y sin fin?

¿Se puede amar al enemigo? ¿Puede la empatía surgida de la posibilidad de salvación abrir una rendija para otro tipo de amor? Esta pregunta circula por el film del mismo modo que los vínculos que se entablan en medio de las ruinas del edificio que los reúne.

Dramática al límite como puede serlo una película que hable de guerra, violación, ocupación y demás desastres, Anonyma desanda un camino muchas veces recorrido por la pesquisa del desastre que significa cualquier gesto beligerante donde lo que se compromete es algo más que la vida.