Año nuevo

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Brindis, abrazo y esperanza

Esta es la película que Hollywood les dedica al año que termina y al que está por venir, y si bien se podría pretender un homenaje con una envergadura poética mayor (al fin y al cabo, los que volvemos tan ajetreado a este planeta sobreviviremos como especie por un periodo más), lo que filmaron Garry Marshall y su guionista está bien. Y se ajusta a algunas de las consignas predominantes en esta época: hacerlo rápido, sin malgastar, y sin morir en el intento (ni siquiera sin contraer una gripe severa, quizá).

Mencionamos a Marshall por ser el director de Mujer bonita, un filme ícono en la historia de la industria norteamericana, y también a la libretista, Katherine Fugate, porque ellos ya hicieron equipo en una película muy similar el año pasado, cuyo tema era el Día de los Enamorados. Y tanto antes como ahora usaron la fórmula que entre otros nombres recibe el de “película coral”.

Puntualmente, en el caso de Año Nuevo son cerca de una docena de pequeñas historias que se cruzan y que, si uno da unos pasos hacia atrás para mirarlas en perspectiva, son los hilos de una única tela con un motivo general predominante. Esta vez, los distintos significados que las personas le damos al comienzo de un nuevo periodo de doce meses en nuestras vidas. “La ocasión de amar, de perdonar, de dar o tomar segundas oportunidades”, entre otras acciones que apuntan a poner por encima de todo la
necesidad humana de mantener viva la esperanza.

Todos los cuentos breves dentro de la película transcurren en las inmediaciones de Times Square (si vale la comparación con Córdoba, Colón y General Paz, o la esquina de Patio Olmos en versión Nueva York), un sitio donde todos los 31 de diciembre se reúnen cientos de miles de personas para saludar juntos el cambio de dígito.

Están los solitarios, los que no pueden salir del rencor, o los materialistas, tanto como los que buscan dar amor, los más misericordiosos y los desprendidos, en un cóctel burbujeante que permitirá encuentros quizá impensados en otra época del año, a la hora de descorchar y brindar para la fiesta.