Annabelle

Crítica de Mariana Van der Groef - Proyector Fantasma

Publicitar nuevas películas como precuelas o secuelas de otras que tuvieron muchísimo éxito sólo para atraer espectadores es un recurso ampliamente utilizado por las distribuidoras. Y este fue uno de los principales motivos que me llevó a ver Annabelle.
Los carteles en las calles la presentaban como el Spin-off de El Conjuro, gran película de terror estrenada en el año 2013. Pero cuando llegué al cine, me encontré con que de precuela no tenía mucho.
La dirección de James Wan (creador de la saga Saw) hizo de El Conjuro una película realmente buena. Si bien trataba temas que ya se han visto por demás (casas embrujadas, posesiones demoníacas, etc.), Wan se tomó su tiempo para crear los ambientes correctos, utilizando la mezcla justa de música, silencios y buenas actuaciones.
Y todo esto, que hizo de El Conjuro una gran película de terror, se pierde en su totalidad en Annabelle.
Dirigida por John R. Leonetti (director relativamente novato que tiene pocas películas en su haber, entre ellas El Efecto Mariposa 2), cuenta la historia de Annabelle, una muñeca horrible pero inocente que se muestra brevemente en El Conjuro y cómo se convierte en la muñeca diabólica que termina acosando a una familia hasta el borde de la locura.
Con una duración de 99 minutos, Annabelle intenta imitar el nivel de El Conjuro pero no lo logra. La película cuenta con largas escenas en las que no ocurre nada, alternadas con momentos “de miedo” donde siempre (o casi siempre) se recurre al golpe sonoro para asustar. Con excepción de algunas escenas que están bien logradas, como una que ocurre en una escalera dónde la protagonista corre prácticamente a ciegas (cuando la vean seguramente me den la razón), el resto pasa sin pena ni gloria.
Se entiende que el cambio de director y el presupuesto menor (contó con casi la tercera parte del presupuesto de El Conjuro) ayuden a que la calidad disminuya. Pero esto no es excusa para engañar a los espectadores fieles vendiéndoles algo que no es.
En conclusión, si realmente disfrutan del cine de terror y lo que quieren es ir al cine a pasarla bien y a asustarse mucho, Annabelle no los dejará satisfechos.
Por Mariana Van der Groef