Annabelle 2

Crítica de Facundo Franco - CineFreaks

Muñeca maldita
Cuarta entrega de este universo terrorífico que combina las historias de Annabelle y El Conjuro. En este caso nos encontramos con la producción de David F. Sandberg (Lights Out), una precuela que cuenta los orígenes de este personaje que nos fuera presentado en 2014 y que sabemos que mucho tiene que ver con los protagonistas de El Conjuro y ese final con la tétrica muñeca como uno de los tesoros rescatados por Ed Warren.

La historia tiene lugar en algún momento del siglo XX que, por los hechos ocurridos en las demás producciones de la saga, bien podríamos precisar entre las décadas del 30 y 40. Los Mullins, alegre pareja que vive por y para su pequeña hija Bee, será protagonista de una verdadera tragedia cuando esta les sea arrancada de sus brazos casi literalmente luego de un violento accidente de tránsito. Lo único que sabemos de ellos, además de este episodio, es que la profesión del señor Mullins consiste en la fabricación artesanal de muñecas de madera que vende a pequeñas tiendas de su pueblo y esa en particular, de vestido blanco y mirada macabra, es una de sus más preciadas creaciones.

Con una ambientación que sigue los lineamientos de sus predecesoras, esta nueva producción nos traslada a una casa desolada que, entre sus paredes, esconde una tragedia familiar que lejos está de haber quedado en el pasado. Porque los nuevos protagonistas, un grupo de seis huérfanas criadas por la hermana Charlotte, vivirán en carne propia los horrores que allí tuvieron lugar 12 años antes cuando sean alojadas por el señor Mullins en un acto de redención que este se propone realizar al invitarlas.

Muñecos con expresión macabra que esconden una fuerza maligna en su interior, niños inocentes que juegan con ellos, hechos violentos ocurridos en el pasado que no han sido satisfactoriamente explicados, culpas sin expiar y una sombra que lo cubre todo. ¿Fórmula perfecta de película de terror o compendio de ingredientes ya vistos rejuntados en largometraje de dos horas?

Bueno, si tenemos en cuenta que la justificación narrativa para todos los hechos de inexplicable terror que ocurren en esta historia se corresponden con la desesperación de una pareja que recientemente ha perdido a su hijita y que, descreída de Dios y de toda fe que alguna vez tuvo, se encomienda a cualquier fuerza sobrenatural que le permita recuperar al menos algo de esa felicidad solo para obtener como recompensa la entrada a sus vidas de un espíritu maligno que, lejos de ser su pequeña Bee, se erige como una presencia de pura maldad que se manifiesta por medio de una macabra muñeca de madera con el objetivo de encontrar un alma pura de la que alimentarse, creo que estamos más cerca de contestar a la pregunta del párrafo precedente con la segunda opción.

Y es que con apenas cuatro o cinco escenas de terror clásico y por demás visto, la película se conforma y opta por descansar en el nombre que su saga ha sabido ganarse con otras producciones y que acá pretende ofrecer una gran revelación cuando nos damos cuenta de que Bee es el cariñoso apócope que los Mullins usaban para llamar a su hija de nombre Annabelle. Listo, nada más.

Dos horas de una muñeca que aparece en todos lados menos en el último lugar donde la dejaron y una casa antigua repleta de puertas y cuartos secretos que no esconden nada solo para eso.