Annabelle 2

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Annabelle es una muñeca maligna. No se mueve ni habla, pero vive dentro de ella el espíritu de una nena muerta en un accidente de tránsito.
De aquí parte la idea central de esta película de terror, derivada de la exitosa “El conjuro” (2013), donde uno de los casos estaba basado en la muñeca.
Ésta nueva realización, que pretende mejorar la versión inaugural, comienza con una larga introducción explicativa de cómo la casa de la familia Mullins se transformó en un orfanato donde persevera la presencia de la difunta.
Ambientada en los años ´40, la casa ubicada en las afueras de un pueblo, está cerca del taller que utiliza Samuel (Anthony LaPaglia) para fabricar las muñecas que comercializa. El hombre vive con su esposa Esther (Miranda Otto) y su pequeña hija Bee (Samara Lee). Pero la apacible vida familiar se trunca cuando fallece la niña. A partir de este momento nada será igual para el matrimonio, y unos años después, para sentirse acompañados y tener ocupado el caserón, deciden convertirlo en un hospicio para chicas.
Hacia allí se dirigen 6 nenas y una monja, pero como se sabe que en este tipo de films nada va a ser cómo lo esperaban, y el mal, resurgirá.
El director David F. Sandberg utiliza todos los recursos disponibles y conocidos en este género cinematográfico para llevar adelante la historia, que sea atractiva y lograr que asuste, aunque sea, un poco. La realización es prolija, bien ambientada, tiene buenas intenciones, pero es una narración que no sorprende salvo en ciertos momentos, es más de lo mismo. Cuando una de las nenas, asustada por el monstruo, grita varias veces en el pasillo de la casa, nadie la escucha y todos duermen tranquilamente, sucede el efecto contrario al que el realizador pretendía provocar, porque la situación no es verosímil, sólo lo hace para que la historia fluya sin importarle demasiado lo que piense el espectador.
Se pueden destacar las actuaciones de las chicas que perciben más de cerca a Annabelle y la padecen, tanto Linda (Lulu Wilson) y Janice (Talitha Bateman) les aportan a sus personajes una credibilidad en cada escena, que el resto del elenco no acompaña y desbalancea aún más la historia.
Por más que se intente exprimir el producto hasta el final, e incrementar el negocio, para buscarle una vuelta de tuerca a una película proyectada anteriormente que haya sido taquillera, no todas ameritan realizar el esfuerzo, a menos que se tenga una gran idea innovadora que deslumbre al público.