Animales nocturnos

Crítica de María Paula Rios - Cinepapaya

Amy Adams protagoniza un feroz thriller, donde la angustia funciona como motor para alimentar varias líneas narrativas.

Animales Nocturnos nos cuenta la historia de Susan (Amy Adams), una refinada galerista de Los Ángeles que comparte una vida económicamente privilegiada con un hombre de negocios. El glamour, el lujo y las amistades sofisticadas son moneda común en su entorno, pero ella se siente vacía, sus ojos denotan una tristeza infinita.

Casualmente, recibe en su casa el manuscrito de una novela de su ex marido, Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal), del que lleva años sin tener noticias. Un fin de semana que se queda sola —dado que su actual pareja se encuentra en unos de sus frecuentes viajes de negocios— Susan decide leer el escrito.

La historia le resultará atrapante y demoledora, cargada de una violencia desgarradora, sensaciones que la harán retrotraer a su pasado, específicamente a su historia con Edward. La novela será un detonante para cuestionar su presente, dónde quedaron sus sueños del pasado y porqué abandonó cruelmente a su ex marido si realmente lo amaba.

No hay dudas de que Tom Ford es un titiritero de sentimientos, el también diseñador de moda maneja este aspecto con tal intensidad que genera climas a su antojo. Durante la mayor parte del film Animales Nocturnos nos compenetramos tanto con Susan que percibimos su angustia, su remordimiento, todo los estados que ella atraviesa.

Además tiene la habilidad de contextualizar a la perfección dos ámbitos muy opuestos: la sofisticada y frívola clase alta de Los Ángeles, y una Texas rústica, casi salvaje, donde la brutalidad se encuentra completamente naturalizada. Entre estos dos trazos se mueve esta historia basada en un best seller del escritor Austin Wright.

Animales Nocturnos es un impactante thriller romántico, que explora la delgada línea que separa al amor de la crueldad y la venganza de la redención, con una narración metadiscursiva en que la ficción y la realidad se funden generando emociones a flor de piel.