Animales nocturnos

Crítica de Facundo Barrionuevo - El Día

Un peligroso viaje a la ficción de nuestro pasado.

Uno puede leer la reseña de Animales Nocturnos y no entusiasmarse mucho. Por eso los críticos que en realidad no la vieron le pondrán una baja puntuación. Sólo se anuncia que una mujer lee la novela escrita por su ex-pareja y se obsesiona con la trama. ¿Por qué alguien se obsesionaría tanto? ¿Por qué esto sería interesante, una película sobre una mujer leyendo en la cama? Partamos de la base de que cualquier cosa pública escrita por una ex-pareja puede ser un peligro en sí mismo. “Yo no hago nada raro en la cama” decía Larry David en su serie cómica Curb Your Enthusiasm, para que luego ninguna novia anterior tenga oportunidad de esparcir el vergonzoso rumor. Uno puede estar frente a los posteos de facebook de su ex-pareja y estar ante una situación de riesgo. Si nuestra ex tiene un blog donde cuenta su vida personal, podemos estar en una situación de extremo peligro.

Animales Nocturnos trata sobre Susan (Amy Adams) una curadora de arte que parece no estar felizmente casada. Un día recibe la versión preliminar de una novela, pronta a publicarse, escrita por su primera pareja, Edward (Jake Gyllenhaal). Ella lo había abandonado por tratarse de un hombre débil, en todo sentido. Más allá de la intriga que genera el relato, la novela empieza a ser verdaderamente interesante cuando Susan entiende que tiene elementos autobiográficos, ya que el protagonista también es un chico débil, que tal vez termine reivindicándose para dejar de serlo. En las dos historias, ahora casi amalgamadas, los silencios empiezan a significar sentimientos no dichos, empiezan a significar preeminencia de lo visual y empiezan a construir el horror.

Entonces sí Susan se obsesiona. Por un lado se obsesiona con la historia de la novela, con una gran escena inicial en una desamparada carretera nocturna, pero por otro lado se obsesiona con su propio pasado. Como todos los viajes al pasado, este se convierte en doloroso. Es como leer un diario íntimo. Pero, como se trata de una ficción, es peor, porque supone leer el cómo hubiera sido, el qué hubiera pasado si. Animales Nocturnos termina (si es que esta película tiene un final) siendo una hermosa película, y además previsora.

Usted, que quiere pedirle a un amigo que le cuente las publicaciones de su ex-pareja en facebook; usted, que ha descubierto un blog confesor de su última novia; usted, que sabe que su ex ha escrito una novela autobiográfica, todavía puede decir “no”. Usted todavía puede elegir no leerla, puede decidir no ponerse en peligro. Usted puede no sentirse tan triste y débil como Woody Allen en Manhattan. Todavía puede salvarse de ser un patético animal nocturno.