Animales nocturnos

Crítica de Carlota Moseguí - Otros Cines

Entre el drama romántico sobre burgueses en pena y el thriller noir con la sordidez de la Texas profunda de fondo este segundo largometraje del director de Solo un hombre resulta por momentos un ejercicio de culpa y sadismo.
Animales nocturnos (Estados Unidos/2016). Dirección: Tom Ford. Elenco: Amy Adams, Jake Gyllenhaal, Michael Shannon, Aaron Taylor-Johnson, Isla Fisher, Armie Hammer, Ellie Bamber y Laura Linney. Guión: Tom Ford, basado en la novela Tony and Susan, de Austin Wright. Fotografía: Seamus McGarvey. Música: Abel Korzeniowski . Edición: Joan Sobel. Diseño de producción: Shane Valentino. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 116 minutos. Apta para mayores de 16 años.

El célebre diseñador de moda, que inauguró su carrera cinematográfica en 2009 con Solo un hombre, sigue los pasos de su debut anquilosándose en el mismo imaginario. Por segunda vez, Ford brinda un retrato ficcionado del universo al que pertenece, una aproximación a la infelicidad en las frívolas altas esferas, adherida a la superficialidad del mundo del arte.

Así, el estadounidense inicia su film con un broche de provocación: unos títulos de crédito con imágenes, a cámara lenta, de mujeres obesas desnudas, bailando rodeadas de barras y estrellas. El espectador no tardará en darse cuenta de que las damas de este arranque incitador forman parte de una performance diseñada por la artista plástica a quien da vida Amy Adams. Así, la actriz, que en Animales nocturnos obra con menos acierto que en Arrival / La llegada, encarna aquí a Susan Monroe, alter ego de Ford.

Cuando un extraño paquete, enviado por su ex-marido (Jake Gyllenhaal), llega a la mansión de Susan, ésta inicia un especie de psicoanálisis involuntario que la obliga a reconocer su vacía y desdichada existencia con su nueva pareja (Armie Hammer). El envoltorio en cuestión esconde una novela escrita por su ex, cuya cruda y sádica trama criminal también aparecerá en Animales nocturnos y protagonizada por el mismo Gyllenhaal.

Sin embargo, el director tejano no se contenta con mezclar escenas que correspondan a la realidad de Adams y a la ficción de Gyllenhaal. Ford añade una última capa a su ecuación: flashbacks del primer matrimonio entre ambos. El problema principal de Animales nocturnos es su incapacidad para encontrar un vehículo o herramienta que consiga fusionar las tres dimensiones del film.

Ambiciosa, la película desaprovecha un material atractivo al centrar todo el peso del relato en los contrastes entre las diferentes vetas narrativas. Quedan por explorar la nostalgia del pasado, la infelicidad del presente, la comodidad burguesa en las grandes urbes y la delincuencia en la América Profunda.