Animales nocturnos

Crítica de Ayelén Turzi - La cuarta pared

No es habitual que “el tanque de la semana”, el estreno más grande de un Jueves, no sea una película clásica y pochoclera. La propuesta de Tom Ford tiene un perfil un poco más moderno, que nos remite incluso a David Lynch. No obstante, la sala estaba llena. ¿La gente fue al cine porque era feriado? ¿Porque la peli la rompe? ¿O porque se confundieron con Animales Fantásticos?

La secuencia inicial de créditos es completamente impactante. Es algo así como "Twin Peaks meets Gorevision": mujeres obesas, cuerpos muy alejados del estándar de belleza actual, desnudas, danzando en cámara lenta. Ya esta secuencia impacta e incomoda, pero no es gratuita: esos cuerpos son parte de una muestra que está inaugurando Susan (Amy Adams) en su galería de arte contemporáneo.

Después de este exitoso evento social, vemos que su vida personal se encuentra en un extremo opuesto. Se notan fisuras con su esposo, quien partirá ese fin de semana de viaje, dejándola sola. En este espacio personal que se genera en su vida justo cae en sus manos el borrador de la primera novela inédita de su ex-marido, Edward (Jake Gyllenhall). Y aquí, a partir de la lectura, el tiempo de la narración se desdobla en tres partes: el presente de Susan; su relación con Edward en el pasado; y la representación de la novela, "Animales Nocturnos", especialmente dedicada a ella.

No vale la pena ahondar en detalles sobre la trama por dos motivos, para no spoilear, obviamente, y porque, por más que contemos todo el guión con lujo de detalles, lo importante son las actuaciones, las pausas, los silencios, los climas que se generan. La trama más clásica en términos narrativos es la historia que cuenta la novela, que en tono de thriller policial genera momentos sumamente incómodos e inquietantes, al lado de los cuales las bailarinas del inicio de la peli son de una naturalidad tranquilizadora.

El cambio de trama, a través de montajes paralelos muy prolijos (recurriendo incluso a veces a emparejamientos gráficos* y a correspondencias en el raccord de miradas), hace que por momentos cueste encontrar dónde termina un relato y dónde empieza el otro, lo que enfatiza con fuerza que lo importante no son los hechos, sino las diferentes consecuencias que estos van teniendo en los sentimientos y en la psiquis de los personajes, principalmente en Susan.

(*) Un emparejamiento gráfico es una similitud formal muy, muy grande entre un encuadre y otro, que hace que cambiemos de tiempo y espacio pero sin un salto alevoso al ojo. Un ejemplo muy simple sería pasar del encuadre de una pelota de fútbol a uno igual pero de la luna.

Este montaje delicioso está respaldado por una banda sonora original que, también, en línea con inquietar y enrarecer los diferentes climas, aporta sinfonías instrumentales que por momentos se pueden confundir con sonidos animales y no remiten a nada que hayamos escuchado en los últimos años cuanto menos.

"Animales Nocturnos": la historia dentro de la historia.

Amy Adams y Jake Gylenahall no suelen decepcionarnos con sus interpretaciones. Quizás ella últimamente esté un poco más expuesta (sobre todo a partir de la polémica Batman v Superman), pero esto no hace que su nivel interpretativo decaiga (a modo de ejemplo, en lo personal me pareció que cuando Jeniffer Lawrence empezó a estrenar una película por mes todas sus interpretaciones eran iguales: este, por suerte, no es el caso). Gyllenhall es un tipo que se afianza día a día como referente de películas que están buenas: no tiene una sola película mala en su carrera. Ambos componen personajes complejos, inseguros, cambiantes que no sólo convencen, sino que tienen sutilezas que se destacan por sobre el estándar de las actuaciones que vemos hoy en día.

VEREDICTO: 9.0 - ANIMALES FANTÁSTICOS

Una propuesta fuera de lo habitual pero completamente sólida y contundente. Pensada fotograma a fotograma y súper cuidada, Animales Nocturnos se postula como una de las grandes candidatas en la próxima temporada de premiaciones.