Animales nocturnos

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Historia de venganza y culpa sobre un amor que se fue y quiere volver

Sofisticada y pretenciosa incursión del caligráfico Tom Ford en una interesante historia de venganza amorosa que corretea entre el cine noir y el melodrama lujoso y que va del desierto texano a los ambientes de alta gama. La cosa es así: Susan tiene una galería de arte en Los Angeles, un marido con pinta y plata y una mansión a la misma altura. Pero no es feliz, pequeño déficit. Y no lo es porque al novio que amaba, un soñador más, lo dejó (sin saber que estaba embarazada) para irse a vivir con este tipo que la llena de cosas, hasta de ausencias. Una tarde, el ayer vuelve (los recuerdos que hacen mal, siempre vuelven): aquel novio escribió una novela que está dedicada a ella. Y allí se relata un hecho terrible: una salida de vacaciones de una pareja con una hija que acaba de la forma más trágica y perversa. Susan siente que es una alegoría de su propia vida. Que ella es la mujer de esa novela y que esa hija que muere es la del aborto. Desde allí el film se ordena en tres planos: el ayer del noviazgo, el hoy de la angustia y la realidad que entrecruza la novela y alumbra esos dos tiempos. Como la cosa se pone espesa y confusa, (para la protagonista y también para el espectador) Susan decidirá recurrir a la ficción y de alguna manera inventarse otra novela. En esas largas noches de insomnio, ella hace jugar a la venganza y la culpa para tomar distancia con un marido que la engaña y con un ex novio que la mata en su novela. Y bueno, armará su propio relato, que culminará con esa falsa cita final que la pondrá definitivamente frente a frente con la soledad.

El que escribió esta historia es Austin Wright. El que la filmó es Tom Ford, un vestuarista que, como corresponde, está más preocupado por las apariencias que por la sustancia. Su imagen es muy cuidada, pero le falta verdad. Le sobran lujos y estilo para filmar los buenos ambientes de Los Angeles, pero carece de tierra y polenta cuando le toca incursionar en el cine negro. De cualquier manera, la novela deja algunas ideas interesantes: hay que escapar hacia la ficción cuando la realidad es demasiado agobiante. Susan descubrirá que si no se puede ser feliz con lo que le sobra, al menos le queda refugiarse en lo que le falta. Sabe que los amores que no pudieron ser, siempre vuelven, aunque sea como alegoría.