Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald

Crítica de Alan Schenone - Proyector Fantasma

Brillando en la oscuridad
Tras el escape de Grindelwald (Johnny Deep), Albus Dumbledore (Jude Law) decide convocar a su antiguo estudiante Newt Scamander (Eddie Redmayne) para perseguir al villano antes que éste se convierta en la nueva figura que los purasangre buscan para gobernar el mundo mágico como también el de los muggles. Bajo la dirección de David Yates, Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald (2018) es una secuela adulta y mucho más oscura que Animales Fantásticos y dónde encontrarlos (2016), películas que dotan al mundo de Harry Potter de una perspectiva menos juvenil y con diferentes matices sociales y políticos.

Muchas incógnitas se tornaban alrededor del nuevo universo creado por J.K. Rowling en referencia de este viejo/nuevo panorama mágico. En un primer punto, más interrogantes que certezas debido a que la primera entrega de Animales Fantásticos no tuvo una aceptación total ni de la crítica ni de los fanáticos, dejando en un camino no tan claro para Rowling y compañía sobre si este nuevo vistazo sería un éxito o un paso en falso. Por otro lado, la incorporación de Deep al cast como villano y personaje importante de esta segunda parte, llevó más controversia que apoyo debido a las diferentes denunciadas relacionadas al actor sobre violencia de género y acoso. Denuncias echadas por tierra por la propia Rowling, defendiendo al actor y su Grindelwald en pantalla, pese a la crítica y decepción de sus fanáticos.

Después de muchas promesas y expectativa, Los Crímenes de Grindelwald llega a las salas y disipa todas las dudas que se elaboraron en torno a su producción final, llevando a la pantalla una versión renovada, madura y oscura de lo que se conocía en relación al mundo mágico. A diferencia de Animales Fantásticos, Yates propuso echar un vistazo más de cerca a las calles y vida de cada persona relacionada a la magia, en este caso, en un antiguo París, dotando a la saga de otra locación y una ciudad totalmente diferente después de la Londres tradicional o New York. Esa línea tan delgada, invisible y hasta imaginaria que divide un mundo con el otro se trasluce de una forma muy lograda generando una gran empatía con el público.

Desde su argumento, Los Crímenes de Grindelwald plantea un movimiento político y social que sirve como reflejo de la última cultura Trump de ultra derecha estadounidense. Casualidad o causalidad, Grindelwald busca el poder y convoca a sus seguidores desde la base de la superioridad racial, en este caso, por su sangre pura, atentando contra todos los que no cumplan este requisito y sean descartables y necesariamente subordinados por alguien superior.

Así, el universo de Animales Fantásticos vira para otro lugar mostrando una visión más adulta, oscura y problemática del mundo, tan cercano al real que aqueja hasta al mundo mágico de Harry Potter. En la composición de su villano, las motivaciones y desarrollo de Grindelwald es un punto fuerte de la película dejando bien en claro sus aspiraciones. Por medio de flashbacks, vamos conociendo parte del pasado de los protagonistas y cómo llegaron al lugar que hoy los encuentra, juntos en el pasado pero hoy enfrentados. En este caso, tanto Grindelwald como Dumbledore, desde su amistad y ahora rivalidad -¿y amorío?-.

Sin embargo, la gran cantidad de personajes secundarios, tramas y sub-tramas crean una red que difícilmente se pueda desenvolver de manera natural y fluída. En este punto, pierde solvencia en su segundo acto y vuelve su resolución predecible, bajando el interés. Sin embargo, su narración pocas veces pierde intensidad y siempre atrae al espectador a que sea parte de este mundo mágico, desde la calidez de Redmayne y en cada aspecto que hacen de esta saga algo única. Su duración de 134 minutos tal vez haga un poco extenso su relato pero los detalles y referencias que enriquecen a su mitología logran disimularlo. No obstante, esto colabora a que la película esté destinada a los fans y el público promedio quede por fuera de estas cuestiones.

Los Crímenes de Grindelwald es la segunda parte de una serie de cinco películas que presenta a los dos grandes protagonistas fundamentales: Grindelwald y Dumbledore creando las bases de la postura de cada uno y abriendo juego a un pasado que los une. En otra apuesta fuerte, Jude Law personifica a un joven director logrando una adaptación locuaz y productiva, abrazando a su personaje desde sus primeras escenas con un carisma propio del personaje. Enigmático, noble, leal y hasta rebelde, el joven Dumbledore es la gran figura de Rowling en la franquicia para desarrollar película a película, una dualidad tan íntima, personal y contradictoria entre él y su archienemigo y antiguo amigo Grindelwald. Sin embargo, Los Crímenes de Grindelwald no es una película que sólo marca las bases a futuro, sino que completa el desarrollo de Newt y parte de su elenco para comprender su personalidad y empezar a moldear el futuro de cada uno.

Tanto su fotografía, como puesta en escena y vestuario son otro punto fuerte y ya característico en la saga: en este caso, tanto cada rincón de París como el vestuario de sus personajes está cuidado al más mínimo detalle, dotando a la ciudad de un aspecto encantador en su época antigua.

Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es una secuela que mejoró en todos sus aspectos a su predecesora y presenta una nueva perspectiva a la franquicia, entreteniendo en un primer momento mientras marca las bases de sus personajes a futuro ante un desenlace que sorprende y empieza a generar las nuevas teorías entre los fanáticos hasta la próxima película.