Angry Birds 2

Crítica de María Paula Rios - Fandango

El súper equipo de los ene-amigos

Desde que comienza Angry Birds 2: la película, no nos da respiro. Las cosas suceden a un ritmo tan frenético como el videojuego en que se basa. Todo es acción cuando no se intercalan canciones ochentosas que configuran una estética clipera. Y sí, también volvemos a encontrarnos con los protagonistas de la película primigenia: nuestro amigo Red (Jason Sudeikis) junto al desquiciado Chuck (Josh Gad), Bomb (Danny McBride) y la Gran Águila (Peter Dinklage); así como su contrincante el cerdito verde Leonard (Bill Hader).

Tras una entrada en calor a puro hondazos entre La Isla de los Pájaros y de los Cerdos, un objeto inesperado, una especie de meteorito congelado, aterriza en las aguas que dividen las islas. Es así que Leonard comienza a investigar de donde proviene y descubre una tercera isla muy fría, habitada por la particular pajarraca Zeta (Leslie Jones) y sus secuaces, quien tiene como finalidad asustar tanto a los pájaros como a los cochinillos con la intención de habitar sus hermosas tierras tropicales.

Entonces el cerdito le pedirá una tregua a Red para enfrentar ambos a la nueva amenaza. Llegando a un acuerdo, los ene-amigos forman un súper equipo, al que se incorporan nuevos personajes como la geniecilla Silver (Rachel Bloom), hermana de Chuck (y que tendrá química con nuestro héroe rojizo); y por parte Leonard, su asistente Courtney (Awkwafina) y el tecnológico Garry (Sterling K. Brown).

La aventura comienza al mismo momento que la misión planeada para detener a la histriónica Zeta. Vale destacar también a tres poluellos (¡so cute!), quienes paralelamente intentarán rescatar a los hermanitos de uno de ellos. Como podemos notar la película se despliega de manera coral, son varios los protagonistas por lo que la narración salta de historia en historia sin detenerse, sin perder el ritmo ni un instante, por el contario a veces es demasiado frenético.

Pero se plantean circunstancias acordes de lo más alocadas y entretenidas (acompaña muy bien el 3D), como cuando parte del equipo se camufla de águila para entrar a la guarida de su enemiga ¡surrealista! Claro que desde el aspecto técnico también nos encontramos ante una factura de animación impecable, como las estupendas voces que coronan la historia.

Más allá de lo básico de su argumento, este delirio colorido gana fuerza en las escenas de humor físico y absurdo. Una conjunción en donde se exceden los límites del sentido común, provocando más de una risa. En la secuela la troupe, lejos de enfurecerse entre ellos (y a pesar de sus diferencias), busca la manera de convivir, respetarse y pasarla bien; una pequeña vuelta de tuerca al espíritu que tiene el videojuego. Definitivamente nuestros amiguitos ahora vuelan por los aires todos juntos.