Angelita, la doctora

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Costumbrismo del bueno, con gran Ana María Piccio

Angelita no es doctora. Pero así la llaman algunos de sus beneficiados, gente humilde y agradecida. Ella "sólo" es una enfermera de buen corazón, que cuida a los viejos del barrio en una de esas ciudades chicas donde las casas todavía tienen fondo y adelante un jardín. O la posibilidad de un jardín, eso ya depende de sus dueños. Y por ahí, por casas y centros de jubilados, anda esta mujer tomando la presión, llevando remedios, sonriendo a todos. La procesión va por dentro, con el hijo bueno para nada, incapaz de levantar cabeza (pero sí de teñírsela).

Si se quiere, no es un mal pibe. Nadie es malo en esta historia, ni siquiera los viejos rezongones, que además están a cargo de Mario Alarcón y Hugo Arana, ambos muy festejados por el público. Y junto a ellos están Silvia Bayle, Mimí Ardú, el Chino Darín con Sofía Palomino, Eduardo Moreira con Laura Alfonsín, Norma Aleandro, introduciéndonos en el relato con una detallada asociación entre las personas y los pájaros, la perra Juana (que hace de perro) y la propia gente de Berazategui, donde se filmó, con sus lugares de reunión, sus clases de folklore, en fin. Protagonista, Ana María Picchio, de cuerpo entero, de entrega total, capaz de pintar en un solo gesto la bondad, el dulce asombro y las cicatrices de la angustia que su personaje no quiere mostrar, y no merece tener. Muy bueno el plano final, que ella sostiene como pocas.

Película costumbrista, dirán algunos despectivamente. Celebración de viejos valores, pintura reconocible de los hogares suburbanos, dirán otros elogiosamente. Y es bueno que así sea. Largamente conocida en los escenarios, Helena Tritek la rodó hace ya dos años. Recién ahora pudo darle el acabado final y estrenarla. Hecha a pulmón, tan sencilla y afectuosa como sus criaturas, no pretende ser una revelación artística, innovar en el lenguaje cinematográfico ni reventar la taquilla. Le basta y sobra con recordarnos la belleza y el esfuerzo de la gente buena, y que el público salga bien del cine. Lo cual consigue limpia y honradamente.