Andrés no quiere dormir la siesta

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Indolencia exagerada

“Andrés no quiere dormir la siesta” es un pantallazo de la dictadura en Santa Fe. Una familia vive frente a un centro clandestino de detención en medio de la tranquilidad cómplice de un barrio donde puede pasar cualquier tragedia sin que a nadie se le mueva un pelo. Esa idea es la que quiso plasmar el director, aunque logró un resultado desparejo. El foco está puesto en la mirada de Andrés, un chico de 9 años que sufre la muerte de su madre y debe soportar la violencia psicológica de un padre que no puede con su infelicidad y de una abuela que aparenta ser cariñosa pero nunca se juega por su nieto. Quizá, el error del director santafesino fue llevar al extremo la mirada indolente del niño, pese a que puede entenderse como una manera de reflejar la indiferencia de esos tiempos, cuando la muerte acechaba a la vuelta de la esquina.