Anconetani

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

El último acordeón

Hace cien años, el padre de Nazareno Anconetani llegaba una y otra vez a la Argentina como corredor de Paolo Soprani, uno de los mejores fabricantes europeos de acordeones. Cuando, durante la Segunda Guerra, la marca dejó de llegar al país, Anconetani puso manos a la obra: su apellido es, desde entonces, sinónimo de los mejores acordeones argentinos y Nazareno, a sus 91 años, es el último heredero de esa tradición italiana. El documental muestra al lutier en soledad, con sus recuerdos y reflexiones cotidianas, rodeado de familiares, que son sus asistentes y quienes lo sucederán, y con dos músicos de renombre que en off evocan cada visita a esa vivienda chorizo, y se emocionan al recordar la magia de la escalera que desemboca en el taller del orfebre. Los reencuentros de Nazareno con Raúl Barboza y Chango Spasiuk son los momentos cumbre, que además reflejan la importancia del lutier, pero también lo son las remembranzas de su familia. Con todo, el documental resulta el rescate de otro héroe anónimo que no trasciende el sentido homenaje.