Analizando a Philip

Crítica de Pablo Sebastián Pons - Proyector Fantasma

DECONSTRUYENDO A PHILIP

Philip Friedman (Jason Schwartzman) está a punto de lanzar su segunda novela, evento que lo hace entrar en crisis con casi todos los aspectos de su vida. Se desentiende de la promoción de su libro, su ciudad natal le resulta ruidosa y agobiante, tiene monólogos catárquicos con sus ex-parejas y el vínculo con su novia Ashley (Elisabeth Moss) se irá diluyendo en medio de una voragine que tiene más que ver con la cosa que más ama en el mundo: el mismo.

En el medio de este proceso se hace amigo de Ike Zimmerman (Jonathan Pryce), un escritor veterano que vive más cerca del prestigio de antaño que de la productividad actual, y es esta relación la que alimentará el grueso del relato y sobre todo ambos egos. Philip de alguna forma ve en Ike su yo del futuro, y Ike disfruta enormemente ver retratado en Philip su yo mas de la juventud pero remarcandole constantemente cuan mejor era él a su edad. Esta relación irá profundizandose cuando el personaje de inmejorable Pryce invite al escritor novato a pasar algunos meses a su casa de campo.

Alex Ross Perry basa su Analizando a Philip en elementos del primer Woody Allen (Annie Hall y Manhattan) que tomaba los lugares comunes de la intelectualidad neoyorkina de finales de los ’70 y los verbalizaba en dialogos interminables en un tour de force sobre un judío neurotico y sus relaciones. Perry construye el viaje con una solemnidad y una misantropía mas ingeniosa que graciosa (aprendé Iñarritu), lo cual le da lucidez de dialogo y un aceitadisimo intercambio en lo actoral, que con la puesta en escena, logra por momentos, probablemente sin intención, una impronta mas cercana a lo teatral que a lo audiovisual.

Lo que en Seinfeld eran adultos deconstruyendo clichés sociales en el capitalismo postmodernista, en Analizando a Philip son dos personas incapaces de relacionarse sanamente con el resto a causa de miserias irresolutas. Entonces la identificación de los espectadores será totalmente extrema: algunos creerán que es una fabula autoconsciente que se regodea en su propia intelectualidad y que, sobre todo, no es muy diferente del egocentrismo de los personajes que retrata. Otros, como quien escribe, eligirán creer en este cuento con miradas y estilos que confluyen, se retroalimentan y que van cuasi-indefectiblemente de la mano y son enteramente reconocibles, sobre personajes que no aguantan al resto del mundo porque ni siquiera pueden lidiar con la autoindulgencia.