Amsterdam

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

David O. Russell director de «Three Kings» (1999), «Silver Linings Playbook» (2012) y «American Hustle» (2016), nos trae un peculiar relato basado muy libremente en una conspiración real, donde un grupo de gente adinerada buscaba manipular a cierta figura política para hacerse con el poder en EEUU e instalar una dictadura fascista. Este hecho es una excusa para mostrar los extraños y desiguales acontecimientos que rodean a los personajes de «Amsterdam».

La carrera de Russell resulta muy ecléctica y heterogénea con relatos que van desde la comedia familiar como en «Flirting With Disaster» (1996) hasta el absurdo de «I Heart Huckabees» (2004), y también dramas basados en hechos reales como «The Fighter» (2010) que lo pusieron en el ojo de la academia de Hollywood y lo llevaron a coquetear más con el «prestigio».

«Amsterdam» nos llega 7 años después de su último trabajo cinematográfico, «Joy» (2015), y busca aglutinar elementos de varios géneros y de prácticamente toda su filmografía para contar una historia bastante atractiva que termina sufriendo algunos inconvenientes a nivel narrativo como producto de su gran ambición.

El largometraje que va desarrollándose en dos líneas temporales bien delimitadas (el presente en los años ’30 y el pasado entre los 10’ y los ’20) comienza con la muerte de Bill Meekins, un ex combatiente de la Primera Guerra Mundial y conocido del abogado Harold Woodman (John David Washington) y el médico experimental Burt Beredsen (Christian Bale). Ambos habían servido en el ejército junto a Meekins y son abordados por la hija del difunto (Taylor Swift) para ver si pueden realizar una autopsia y ver si murió por causas naturales o si se cumple la sospecha de que fue asesinado. Tras descubrir la verdad del asunto, el dúo protagónico es inculpado de un crimen y se ve obligado a escapar. Ni bien ambos se pongan a investigar en profundidad qué se esconde detrás de los asesinatos, empezarán a verse inmersos en medio de una trama enrevesada que es mucho más grande y profunda de lo que imaginan. En su investigación para probar su inocencia los hombres se reencontrarán con una amiga del pasado, Valerie (Margot Robbie), una peculiar enfermera que los asistió durante las lesiones que sufrieron en la guerra y con la cual convivieron más tarde en Ámsterdam una vez concluido el conflicto bélico.

En primer lugar podríamos decir que la película busca replicar la fórmula exitosa de «American Hustle», donde también había una trama de intriga, algunos personajes excéntricos y un gran elenco de estrellas dispuesto a compartir el foco de atención para enaltecer el relato, no obstante, en esta oportunidad esta comedia dramática posee un guion un tanto accidentado que, muchas veces, se arrastra debido no solo a la gran cantidad de personajes que posee sino también a las idas y vueltas temporales, a un cambio en el enfoque narrativo (principalmente el narrador es el personaje de Bale pero por momentos cambia el punto de vista sin ningún tipo de justificación) y a una constante exposición (o evocación del conflicto principal) de información para «ubicar» continuamente al espectador.

Por otro lado, el principal problema es que no termina de decidirse en qué camino tomar, el relato arranca como una especie de whodunnit o thriller de intriga, para luego pasar a ser una comedia dramática, un drama romántico y una especie de sátira con un comentario político-social que busca emparentar un hecho verídico del pasado con la actualidad de la sociedad norteamericana. El film intenta ser demasiadas cosas, producto de una gran ambición y no termina siendo ninguna probablemente.

Sin embargo, hay varios elementos interesantes que no terminan de hacer tambalear al film y que son producto de la habilidad de Russell como director y narrador. La química entre el trío protagónico, el desarrollo de un grupo variopinto y extravagante de personajes, que por momentos recuerda a los diversos interlocutores que suele crear Wes Anderson o Tim Burton dándole características distintivas y acordes a una extrañeza particular, y una puesta en escena completamente inspirada hacen que uno no termine de despegarse de «Amsterdam» incluso cuando en su desarrollo se sienta algo extensa y derivativa.

A su vez, la fotografía de Emmanuel Lubezki («The Revenant», «Gravity») le dan un look visual maravilloso como es de esperar en cada trabajo del Chivo.

«Amsterdam» es una película interesante, ambiciosa y seductora en varios aspectos, pero también algo fallida y dispareja en otros. Un film que probablemente no sea de lo mejor que dio David O. Russell, pero donde aún se pueden observar varios elementos de su talento como narrador.