Amour

Crítica de Roque Anzalas - El Espectador Avezado

Recuerdo hace tres años cuando "La Cinta Blanca" de Michael Haneke, compitió al Oscar a mejor film extranjero, haber dicho que era tan buena película que no me molestaría le ganara a nuestra gran representante "El secreto de sus ojos" (cosa que no sucedió). No piensen mal de quien escribe estas líneas. Me encantó el film del querido Juan Campanella, pero ese año sentí que cualquiera de las dos que resultara ganadora, el premio sería bien entregado. Hoy, tras ver esta impresionante obra maestra que es "Amour" me doy cuenta que si Haneke no lo recibió en ese entonces, era porque lo mejor aún estaba por venir.
Totalmente opuesta y lejos del despliegue técnico y visual que tenía aquel film en riguroso blanco y negro, "Amour" se desarrolla íntegramente (salvo por dos mínimas escenas) en el interior un departamento y no necesita más que eso. Acá no hay grandes decorados, no hay efectos visuales ni sonoros, no hay una potente banda de sonido porque los silencios son más que suficientes y logran transmitir a la perfección todo el dolor y la angustia que Michael Haneke se propone gracias a su impecable trabajo en el guión y dirección y a una increíble labor de sus dos protagonistas, Jean-Luis Trintignant y Emanuelle Riva.
Una escena previa al título del film, nos muestra a un grupo de bomberos que tras forzar una puerta, irrumpen en un amplio departamento, llegan al dormitorio y encuentran tendido en la cama el cuerpo sin vida de una señora mayor, elegantemente vestida de negro y con la cabeza posada sobre pétalos de flores. Así de honesto es Haneke para con el espectador y desde la primer escena sabemos lo que nos espera. Pero estamos emocionalmente preparados para verlo, para sentirlo?
Anne (Riva) y Georges (Trintignant) interpretan a un matrimonio de octogenarios, ex profesores de música clásica, que viven solos y a pesar de su avanzada edad se defienden bastante bien. Sus vidas transcurren tranquilas en la comodidad de su hogar y casi ni salen de él, salvo para asistir al concierto de un ex alumno de ella, como vemos apenas comenzado el film. Tras regresar del show muestran (sobre todo Anne) su preocupación a ser asaltados en su casa, como les sucedió a algunos de sus amigos.
Es curioso que a pesar de los años que poseen, sea ese su mayor temor, se los ve bien, como si no asumieran el paso del tiempo. Pero todo cambia de un día para otro cuando una cruel enfermedad se apodera de Anne dejándole inmovilizada la mitad de su cuerpo. De a poco vamos viendo, padeciendo con ella su deterioro físico y mental y somos testigos de la fuerza de voluntad de Georges, que solo enfrenta la situación, sin pedir ayuda ni siquiera a su hija Eva (Isabelle Huppert, gran actriz que protagonizó otro fuerte relato de Haneke, La profesora de piano). Duele, grita una y otra vez Anne. A ella le duele, a Georges le duele. El dolor es tan fuerte que traspasa la pantalla y a nosotros nos duele.
Algunos espectadores podrán decir que por momentos "Amour" se vuelve lenta. Y tienen razón. Estamos en presencia de una agonía y como toda agonía, es lenta, angustiante y dolorosa. Puede sonar egoísta, pero quienes vieron partir a un ser querido sin pasar por este eterno proceso deberían sentirse agradecidos. Sobre el final, Haneke nos da una fuerte cachetada, nos deja mudos y sin aliento. Se encienden las luces y salimos de la sala con la cabeza gacha, silbando bajito. Tristes, sí. Pero felices y agradecidos por haber asistido a una clase magistral que nos enseñó que tan grande es el cine cuando nos cuenta una historia desde lo profundo del alma, que tan grande es Michael Haneke, que tan grande es el "Amor".