Amour

Crítica de Gabriela Avaltroni - Función Agotada

Tout par amour

La última película de Michael Haneke, Amour, es tan controversial como cosechadora de premios. Luego de consagrarse con el Palma de Oro en la 65º edición del Festival de Cannes, ahora está nominada como Mejor película, Mejor película extranjera, Mejor director, Mejor guión y, además, la protagonista Emmanuelle Riva como Mejor actriz.

Film tan polémico como el anterior, Haneke nos encierra en una casa de techos altos junto a un matrimonio de edad avanzada para que seamos partícipes de la misma angustia.

Los problemas surgen apenas comienza el largometraje, algo le sucede a Anne mientras desayuna, su esposo George no sabe cómo atenderla. Desde esa situación, Haneke utiliza las elipsis para avanzar y mostrar el deterioro físico de su protagonista a causa de un derrame cerebral.

Anne sabe que nunca más podrá volver a enseñar o tocar el piano ya que una parálisis corporal que afecta la mitad de su cuerpo le impide moverse por sus propios medios pero con el transcurrir de los minutos su situación se va agravando.

George decide recurrir a la ayuda de enfermeras para que cuiden de ella, debe soportar a su histérica hija (maravillosamente interpretado por Isabelle Huppert) y debe hacer frente a la descomposición de su amor.

De este modo, Haneke filma el retroceso físico y mental. Cada escena compuesta de planos y contraplanos largos (al igual que sus afiches), y cámara fija, se presentan en ausencia de banda sonora. Mientras Anne se desprende lentamente de su alma y conciencia, la casa va transformándose con esa misma cadencia.

Un sueño revelador y un final anunciado desde el comienzo, Amour: ¿es realmente la historia de un amor hasta que la muerte los separe?