Amour

Crítica de Alejandro Venturini - Alta Peli

Atardecer de un ocaso crepuscular

“Amour” es la decimotercera película dirigida por Michael Haneke (“La Profesora de Piano”, “Funny Games”, “Caché – Escondido” y “La Cinta Blanca”, entre otras) en la que se desarrolla la historia de una pareja de viejos octogenarios, ambos profesores de música retirados, que se encuentran parados ante la enfermedad, el deterioro y la muerte.

Anne (Emmanuelle Riva) y George (Jean-Louis Trintignant) es un matrimonio que lleva décadas y una vida tranquila en París donde la actividad cultural y la narración de anécdotas de George ocupan la mayor parte del tiempo de la pareja. Sin embargo esta vida de sosiego se ve interrumpida cuando Anne sufre un accidente vascular que la va desmejorando progresivamente y afecta la vida de ambos. La hija que tienen, también abocada a la música, va de vez en cuando a visitarla pero el único que la acompaña en este duro proceso a la vieja es George.

Para leer en forma interrogativa (Perdón Cortázar)

Haneke habla del amor con el paso del tiempo, sobre un matrimonio con conceptos distintos a los que se manejan en el presente ubicándolo ante la difícil prueba de la enfermedad. Todo es un camino irrefrenable hacia la muerte, donde también se plantea la ortotanasia (o muerte digna) de una persona que no es autosuficiente y el abandono por parte de su familia y seres cercanos ante tal situación.

Un departamento parisino

Hay una cuestión espacial fundamental en la película y es lo que le provee el marco intimista a esta historia: todo transcurre en interiores. Si bien en su mayoría es en el departamento parisino de la pareja, la única vez que “salen” y van al teatro a escuchar a Alexander Tharaud (reconocido compositor que en la ficción es un exalumno de Anne) también se desarrolla dentro de la sala. A medida que progresa la película y con la irrupción de la enfermedad se adentran cada vez más en su hogar y la única conexión con el exterior proviene a través de su hija –que vive en Londres-, una visita efímera de Tharaud, las enfermeras y una paloma. Es tal el hermetismo que incluso el único plano en el que se muestra el panorama desde la ventana del departamento está filtrado por la cortina interrumpiendo la vista de una avenida de París.

Las actuaciones de Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant son excepcionales, sobre todo la de ella (quien fue la protagonista de “Hiroshima Mon Amour” allá por 1959) donde el progreso de la enfermedad es de un trabajo pocas veces visto en la pantalla grande por una actriz tan mayor -86 años cumplirá la noche del Oscar- con un realismo conmovedor y sin caer en sentimentalismos.

Conclusión

“Amour” es una película para ser vista por un espectador activo –como todas las de Haneke- que quiera reflexionar sobre todo lo que está casi ausente, un cine que a través de las imágenes y planos secuencia busca tocar temas no explicitados en el argumento pero que están ahí. Cada uno que vea el film reflexionará distintos puntos sobre el mismo y quizas hasta se elabore en forma interrogativa los temas que trata. Pese a esto, no considero “Amour” como uno de los mejores trabajos del director austríaco aunque sí sigue su línea autoral.