Amour

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Una desoladora despedida

Otro durísimo filme de Haneke, un director que parece deleitarse en mostrar los peores aspectos del ser humano. Fría, implacable, hasta cruel, cuenta la triste historia de un matrimonio de pianistas que se han querido mucho, según parece (el filme no da datos del pasado). A ella, un ataque la deja con medio cuerpo sin vida. Y él se dedicara a atenderla y acompañarla hasta la muerte. Eso es todo. Los filmes así, que se convierten en apologías del sufrimiento, tienen sus riesgos. ¿Es buena la actuación? Emmanuelle Riva y Jean Louis Trintignant provocan más pena que admiración. A Haneke le gusta regodearse en esos padeceres, demorarse en el deterioro, asomarse a la soledad y al dolor. Es cierto, habla de la búsqueda de alivio como una forma del amor, del final de la vida junto al ser querido, de cómo enfrentar la muerte, del desasosiego de esos momentos finales, cuando la piedad y la tolerancia también parecen agotarse. Habla de sostenerse y sostener al ser querido, de lo terrible que es ver sufrir y no poder hacer nada. Y deja el mensaje desolador de retratar una agonía que acabará con todo. Pero no hay poesía, no hay evocaciones, es un cine rutinario que subraya la soledad y la pena. La cámara nunca sale de ese departamento, y los pocos pincelazos extras (la hija, la enfermera, el alumno, la paloma) son simples añadidos que afianzan la idea de que ellos dos, y sólo ellos dos, van a emprender ese viaje final. El efectista desenlace, más que conmover, sorprende. No emociona, es inexorable, rigurosa y desoladora. ¿Por qué tanto sufrimiento, por qué darle categoría de obra maestra a este naturalismo tan calculado, a este doloroso desfile de enfermedad, sufrimiento, vejez, deterioro, silencio y muerte?