Amores frágiles

Crítica de Rocío González - Leedor.com

La pelicula italiana “Amori che non sanno stare al mondo” de Francesca Comencini es una interesante mirada sobre la mujer de mediana edad en nuestras sociedades contemporáneas. A diferencia de las visiones edulcoradas que podría proponer (y de hecho propone) Hollywood sobre el amor después de los cuarenta años, este film se centra en la permanente sensación de agonía que sufre su protagonista, Claudia (interpretada por Lucia Mascino) en su relación con Flavio (Thomas Trabacchi).

- Publicidad -

El relato comienza con el fin de la relación (no es spoiler) y va reconstruyendo los altibajos de la pareja, desde que se conocen, hasta que conviven y finalmente se separan 7 años más tarde. No es un film que sea una obra maestra, hay que decirlo, pero tiene algunos puntos destacables que lo convierten en un producto más interesante que los propuestos por el mainstream: en primer lugar, el contrapunto en determinados momentos entre la acción y la voz en off de los protagonistas, exponiendo sus pensamientos. En segundo lugar, y es lo que se lleva las palmas, la introducción de la noción de heterocapitalismo promulgada por Paul Preciado en su obra Testo Yonki, en una escena genial filmada en blanco y negro, donde une profesore transgénero (guiño a le propie Paul, quien antes fuera Beatriz) expone su teoría. Allí manifiesta que las relaciones sexuales no quedan exentas de la lógica mercantil del capitalismo, y que las mujeres (como en casi todas las cosas de este mundo patriarcal) quedamos en situación desventajosa, teniéndole que sumar a nuestra edad biológica 15 años. Es decir que las mujeres heterosexuales a la mitad de nuestras vidas ya estamos fuera del “mercado” como posibles amantes. Esto cambia en las relaciones lesbianas, donde la edad está más equilibrada, dato que funciona como el puntapié que hace que la protagonista finalmente acceda a salir con una ex alumna. Dicho así, parecería una elección completamente snob, pero en realidad lo que el film plantea es la necesidad de Claudia de sentirse amada, lejos de esa sensación de vértigo que le produce el hombre al que ama, quien obviamente sale con una mujer más joven.

En síntesis, el film es una falsa comedia romántica, que muestra el choque entre la idea de amor romántico que nos “vende” el capitalismo (de allí los insert de los bailes de la década del ’40) con la realidad del amor cotidiano. Qué pasa cuando la mujer sabe lo que quiere y piensa, y lo defiende: el amor no sabe cómo estar en este mundo.