Amores frágiles

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

El título original de esta comedia es "Amori che non sanno stare al mondo", que no saben estar en el mundo. No son solo amores frágiles. Son tremendos, para quien los padece. Divertidos, para quien los mira en el cine. Y aleccionadores, para quien sueñe con una media naranja y luego pretenda escapar de su medio limón. Y aunque algunas (o "algunes") lo nieguen con aire de ofendidas (u "ofendides"), son amores bastante verosímiles. Quien más, quien menos, conoce alguna pareja como la que acá se presenta. Y conste que esta película fue hecha por una mujer. Los personajes son dos profesores universitarios, lo que no impide que, desde el primer momento, se porten como dos malcriados con reclamos y reproches regocijantes (para nosotros), alternando en un mismo día entre el amor y el agobio, la devoción y el encono, y cosas peores. Ella está loca de amor, y loca de atar, y él quiere lo que quiere todo marido: que no lo fastidien, por decirlo de un modo amable. Hay escenas muy graciosas (incluso una onírica de una cátedra feminista), varias frases dignas de ser anotadas para emplear como refranes o como material de estudio, y, sobre todo, hay una protagonista que se luce maravillosamente, la rubia Lucía Mascino. Junto a ella, o frente a ella, Thomas Trabacchi, que es buen actor, queda opacado.

La autora de esta comedia, y de la novela en que se basa, es Francesca Comencini, la misma que años atrás recibió el Premio Especial del Jurado del Festival de Mar del Plata por el drama "Mi piace lavorare", con Nicoletta Braschi, la "principessa" de Roberto Benigni. Los televidentes la pueden registrar por la serie "Gomorra". Los apegados al cine, por su hermana Cristina ("El día más bello de nuestra vida", "La bestia nel cuore"), o por el padre de ambas, el maestro Luigi Comencini de "Pan, amor y fantasía", "Sembrando ilusiones", "Corazón" y otras buenas películas.