Amores frágiles

Crítica de María Bertoni - Espectadores

'Amores que no saben estar en el mundo' es la traducción exacta, aunque no necesariamente la mejor, para el título original de la adaptación cinematográfica que la italiana Francesca Comencini hizo de su propia novela, con la colaboración de las guionistas Francesca Manieri y Laura Paolucci. Nuestros distribuidores podrían haber optado por 'Amores que no pertenecen a este mundo' o 'Amores de otro mundo' pero, haciendo gala de su poder de síntesis, eligieron el escueto 'Amores frágiles'.

La fragilidad de las relaciones de pareja en la Italia actual es el tema central de este largometraje que re o deconstruye la historia de un amor pasional condenado al fracaso. Quizás la directora de varios episodios de la feroz 'Gomorra' encontró en el libro que publicó cinco años atrás la inspiración necesaria para tomar un descanso de los mafiosos sanguinarios que protagonizan la serie basada en el best seller homónimo de Roberto Saviano.

Las primeras páginas de 'Amori che non sanno stare al mondo' revelan dos grandes diferencias con la puesta cinematográfica. El libro está estructurado en cuatro capítulos, y recrea el fluir de la conciencia de los integrantes de la pareja protagónica –los profesores universitarios y cuarentones Flavio y Claudia– y de las dos jóvenes alumnas que irrumpen en la vida de uno y otra: Giorgia y Nina. En cambio, la película carece de episodios y se concentra en lo que piensa/siente la docente.

Los espectadores alérgicos a los guiones verborrágicos apreciamos la decisión de adaptar un solo soliloquio. Probablemente opinen parecido aquéllos que les huyen a las películas corales.

Lucia Mascino camina con seguridad por la cornisa que suponen los personajes excéntricos como Claudia. La actriz de 41 años se luce en las escenas que, como aquélla ambientada en el baño de un club nocturno, evocan el recuerdo de algunas viejas comedias de Woody Allen. Dicho esto, corresponde aclarar que –a diferencia del realizador neoyorkino– Comencini es presa de ciertos lugares comunes. Por ejemplo aquél sobre el supuesto efecto sanador que una relación lésbica ocasional provoca en las mujeres heterosexuales con mal de amores.

Aunque coquetea con los principios 'progre's de la protagonista, la realizadora se revela conservadora cuando recurre a imágenes de archivo para rendirles homenaje a los buenos viejos tiempos en que hombres y mujeres se enamoraban en los bailes del pueblo. Por si quedara alguna duda sobre su postura, la hija del ¿olvidado? Luigi Comencini contrasta esa versión idílica del pasado con la charla académica que una militante feminista y andrógina ofrece sobre la relación entre capitalismo y patriarcado. Acaso nuestros distribuidores deberían haber elegido el título 'Amores eran los de antes'.