Amores frágiles

Crítica de John Lake - Negro&White

La temática central de la filmografía de Francesca Comencini se centra en destacar las dificultades que enfrentaban protagonistas de mediana edad en la vida moderna. Me gusta trabajar (2004) y Lo spazio bianco (2009) sirven a modo de ejemplo. Amores frágiles (2017) que se presenta en este ciclo, tiene como epicentro a una profesora de literatura cercana a los cuarenta años, histérica, de gran verborragia, empastillada hasta la médula que arremete como una topadora. “Lascia perdere” dirían los italianos, mejor olvidarla que encontrarla. Claudia (Lusicia Mascino) Se enamora de un veterano colega que, abrumado por las constantes discusiones y demandas, la abandona para casarse con una alumna mucho más joven. Para cicatrizar sus penas de amor encontrará refugio en los brazos de otra mujer, reflejado en ardientes escenas de sexo lésbico. El film parece seguir los dictados del falso documental Un mundo sin hombres (Mark Sawers – 2015), ya que los personajes masculinos son tratados como marionetas cuyos hilos son manejados por las hembras. Para ellas la plena felicidad se alcanzará con parejas del mismo sexo. Un film que queda a medio camino con su propuesta.