Amor sin escalas

Crítica de Pablo Planovsky - El Ojo Dorado

Desventajas de vivir en la tierra.

Amor sin escalas tiene muchas razones para convertirse en un futuro clásico. Es una comedia dramática que, por momentos, parece evocar la maestría de Billy Wilder. Es el trabajo más personal de Reitman (aunque tanta sofisticación, lamentablemente, le juegue en contra) y le da a George Clooney un papel para que se luzca como un cínico querible (y si antes nombraba a Billy Wilder, no estaría mal hacer el símil ahora con Cary Grant). Incluso, la película basada en la novela de Walter Kim explota distintos recursos para ser una bisagra de su época: Desde la (nueva) depresión económica hasta la falta de comunicación de la generación 2.0 (aunque esta generación ya tenga unos cuantos años encima). Y casi nunca se aleja del humor.
Ryan Bingham es un viajero. Más que eso. Es un tipo que se la pasa viajando en avión porque su trabajo consiste en decirle a distintos empleados que ya no lo son más. Eso es, despedirlos en la cara. Él hombre es muy bueno en su trabajo. Es un tipo sin escrúpulos cuyo único objetivo es juntar millas áreas para que American Airlines le otorgue una credencial a la que sólo accedieron 6 personas en todo el mundo. Todo un objetivo.
Pero claro, Ryan no es un pibe y eso lo (re)siente con la llegada de Natalie Keener (un muy buen trabajo de Anne Kedrick), una ambiciosa jovencita cuyas ideas pondrán en riesgo el método de trabajo (y el trabajo en sí) del viejo lobo de mar (o debería decir, de aire). La modernización tecnológica contra el anticuado (pero eficaz y... ¡humano!) trabajo de Ryan. Una suerte de aventura quijotesca entre ambos.
Ella no sólo irá aprendiendo del frío, calculador y rápido despacho de Ryan, sino también de su modo de vida. El tipo se la pasa dando conferencias sobre cómo las relaciones afectan la vida que uno lleva (o que él lleva) y nos hacen más lentos, en definitiva, mantando la esencia de lo que él supone, es el ser humano. El diálogo sobre las mochilas y el "peso" que lleva cada uno en su vida, debería ser recordado como uno de los más memorables de esta década. Tal es la sintonía de Clooney con su personaje, que no importa si el diálogo es original o no. La convicción con la que el actor lo dice, va más allá: estamos frente a uno de esos discursos, que, con el paso de los años, será citado muchas veces.
No sólo porque la película abarca tantos temas "centrales" de este nuevo milenio (la crisis económica, la desconexión interpersonal en la era de las conexiones) sino también porque, como decía al princpio, mantiene en alto el estatus de George Clooney (un tipo que debería ser odioso, y acá lo es, pero también genera simpatía) y Jason Reitman. El director de La joven vida de Juno y Gracias por fumar, ya empieza a dar signos de autor. No por el montaje rápido de pequeños detallles (recuerden qué bien dibujaba a la clase alta cuando la veíamos por primera vez en La joven vida...) que más bien serían marca registrada de Edgar Wright, sino por como trata los temas que abarca. Vayamos más allá de la banda sonora tan propia, ahora, de Reitman. O de los planos y la puesta en escena. Reitman es un gran, gran guionista. Principalmente, porque pocas veces nos damos cuenta del guión. Nos sentimos guiados por sus personajes (algunos dirán que son manipulaciones) y atrapados en sus historias. Los diálogos son punzantes y certeros. Estoy hablando de uno de los mejores escritores de diálogos moderos, junto con otro maestro como Quentin Tarantino.
Amor sin escalas tiene tantos momentos memorables. Y ahora no me refiero sobre temas que uno podría relacionar a una época determinada. Me refiero a momentos que involucran una cosmovisión optimista (optimista no es lo mismo que es incrédula). Nunca se siente una película que "habla sobre cosas importantes" y lo subraya, sino que intenta ser ligera, y, como su protagonista, simpática.
Decía al principio que Amor sin escalas nunca abandona la comedia. Es cierto, pero es un error pensar que es una comedia. Hay drama, más, quizás, que comedia. Hay que ser bastante duro para no conmoverse en una historia donde los personajes principales se ganan la vida despidiendo a otros (apariciones de J.K. Simmons y Zach Galifianakis, de ¿Qué pasó ayer?).
Es interesante notar como se cuela en Hollywood hoy en día el mensaje de estar en casa, y no andar dando vueltas por ahí. Otra genialidad del año 2009 así lo demostraba (hablo de una historia de una casa atada a globos). Acá hay un momento increíble, que dice mucho más Ryan que cualquiera de sus tantos diálogos. Lo vemos a él, sólo, mirando un mapa de una pareja que "viajó" por el resto del mundo.
Es bastante chocante el título que le pusieron en nuestro país (el marketing importa más que la esencia de la obra de arte) porque se trata más que de una simple comedia romántica. Es la película de la década de Jason Reitman, y una de las que más gente debería ir a ver. Es el regreso, triunfal, a las clásicas comedias dramáticas de Hollywood. Inteligentes, sofisticadas y provocadoras.