Amor sin barreras

Crítica de Carolina Sanguineri - Sin Intervalos

Hoy llegó a nosotros, a través de la pantalla grande y con la dirección de Dios mismo (Steven Spielberg) la remake de la icónica película de 1961 “WEST SIDE STORY”, traducida en Latinoamérica como “Amor Sin Barreras”. Según vimos en el tráiler, apuesta y promete mucho, pero, ¿cumple?

La historia, basada en el amor trágico de Romeo y Julieta, cuenta cómo dos pandillas pelean constantemente por “orgullo” y territorio en una destruida Nueva York post Segunda Guerra Mundial. Cuando Tony (Ansel Elgort) y María (Rachel Zegler) se conocen, ninguno imagina los problemas que su amor desencadenará, debido a que cada uno pertenece, respectivamente, a dichas pandillas, llamadas “Jets” (integrada por descendientes europeos) y “Sharks” (que provienen de Puerto Rico). ¿Podrán estar juntos a pesar de las circunstancias?

Esta versión plantea todo muy a lo grande; grandes escenarios, grandes coreografías, grandes grupos de bailarines y bailarinas, y un ambicioso guion técnico, con fotografía y edición mucho más ágil y dinámica que en 1961, obviamente, actualizando el ritmo de ésta a un público contemporáneo menos atento y más acelerado. Posee intensas referencias y planos similares a algunos de “La La Land”, que es un buen ejemplo del despliegue que puede lograr el Hollywood contemporáneo. Sin embargo, se asemeja mucho más al musical de Broadway original que a “West Side Story” hecha película.

El casting es inmejorable. Spielberg apostó por que “María” sea interpretada por una desconocida talentosa (y encima, hija de latinos), y eso debe celebrarse, ya que todavía estamos lamentando la decisión opuesta en films musicales recientes como “La Bella y La Bestia”, en donde se eligió a Emma Watson para cantar… sin que supiera hacerlo.

Rachel Zegler (Maria) es deslumbrante y sorprende por su corta edad. Logra mantener un delicado balance entre la madurez de su interpretación y la inocencia de su personaje. Por otro lado, Ansel Elgort (Tony) es la única cara conocida en la pantalla grande, ya que la mayoría de los demás actores en roles importantes son provenientes de la escena de Broadway. Este muchacho realmente nos deja con la boca abierta; sobre todo en su interpretación de la magnífica canción “María”, donde su timbre, entonación e interpretación transmiten una calidez indescriptible, sólo comparable con el amor adolescente. Otro rol que nos deja perplejos es el de “Anita”, interpretado por Ariana DeBose, que también es bastante nueva en el ambiente cinematográfico, ya que hasta 2019, mayoritariamente trabajó en Broadway.

Hay que mencionar que otra apuesta de Spielberg para esta versión es sincerar el casting, y sacar el “white washing” presente en la anterior, donde los actores correspondientes a los puertorriqueños eran intérpretes blancos, maquillados para oscurecer su piel. Por otro lado, más allá de que se mantuvo la espectacular banda sonora compuesta por Bernstein, letrada por Sondheim, toda la coreografía es nueva, mucho más latina y menos “españolizada” o estereotipada a lo Carmen Miranda.

Lo referente a estética, fotografía, iluminación, escenografía, vestuario, maquillaje, montaje y sonido, es impecable. Los arreglos orquestales dan escalofríos e impactan de forma emocional, directo en el “cora”.

Lo único que uno podría mencionar es que, a pesar de que la historia está actualizada y sincerada lo más posible, y se ve fortalecido al personaje de María (y en general, a todas las mujeres), no maduró lo suficiente como para que el amor joven de Tony y María tenga sentido, y así, dar razón de ser al final del film, que permanece fantasioso, etéreo y trágico, de igual forma que su versión antecesora. De todas maneras, así se prefiere, con tal de que la banda sonora permanezca inmortal, luego del fallecimiento de Sondheim en noviembre de este año.

Reseñar una película de este calibre es un honor, pero además, increíblemente difícil, debido a todo el trasfondo artístico que posee, los millones de fans en todo el mundo, las nuevas audiencias que vivirán esta historia como inédita, y por último, el hecho de que reúne a Hollywood con la escena musical de Broadway, nada menos. ¡Ampliamente recomendada para ver en el cine, en pantalla bien grande, y con buen sonido y volumen!

Por Carole Sang