Amor por siempre

Crítica de Cristina Aizpeolea - La Voz del Interior

Una historia sin remedio

El cine tendría un variado menú para contar la historia de una chica linda, soltera, divertida, buena amiga y exitosa en su trabajo profesional de publicista, a la que, de un día para el otro, le diagnostican un fulminante cáncer de colon.

El caso es un mal trago a todas luces, pero con un personaje central tan potente podría haberse jugado por el camino del sarcasmo descarnado, podría haber puesto a la joven ante un dramático replanteo de sus relaciones y hasta podría haber imaginado un diálogo de la protagonista con Dios, pidiéndole explicaciones o negociando sus últimos tres deseos.

Tiene varios, pero el principal problema de Amor sin límites es que toma un poco de cada opción y frente a tanta pretensión narrativa, no consigue dar con ninguno de los tonos. No emociona, no hace reir, ni desdramatiza, ni interpela con la enfermedad. Cuando se pone irónica, cultiva un humor negro muy desteñido y cuando vira hacia la magia celestial, resulta todavía más incómoda. Recién promediando los 50 minutos, el filme se decide claramente por el camino del drama, pero ya es demasiado tarde para convencer. Nada puede hacer Kathy Bates (como la mamá de la chica) para remontar el incordio.

Marley (Kate Hudson) se llama la joven en cuestión, que siempre se tomó la vida como un chiste y que recién conoce el verdadero amor cuando se topa con Julian Goldstein (Gael García Bernal), el abnegado médico oncólogo que le da la noticia. Alrededor de ellos circula un rosario de personajes que incluye desde un enano que le envía un amigo gay para que tenga una aventura sexual (!), hasta el mismísimo Dios en la versión de Woopi Goldberg.

Si volviéramos a la idea del menú, Amor sin límites sería un plato sobrecondimentado, con pimienta, comino, estragón, salsa y almibar, uno encima de otro. Si hasta tiene una pizca de moraleja cuando vira en alegato a favor de la dignidad de los pacientes, contra las pruebas médicas y el encarnizamiento terapéutico.

La historia en inglés se llamó algo así como un Un pedacito de cielo, y es una película con buenas intenciones. Lo que no tiene es remedio.