Amor en tránsito

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

El amor es casi pura casualidad

Amor en tránsito es la amable ópera prima de Lucas Blanco, aunque por momentos se embrolla en sus diálogos

El amor tiene sus sorpresas. Esto lo sabrá muy bien Mercedes, una joven que, cansada de la vida de Buenos Aires, decide comenzar a hacer los trámites para radicarse en Barcelona, donde la espera su novio. De pronto se cruza en su camino Ariel, un muchacho que para ella se irá transformando en una agradable y algo confusa compañía. Ambos vivirán una serie de casi infantiles peripecias mientras que Juan, un hombre que llega a la Argentina luego de permanecer varios años en España, está empeñado en hallar aquí a un amor que no pudo conservar en el pasado.

La búsqueda se hace cada vez más infructuosa, hasta que se le cruza en su camino Micaela, que, abandonada por la partida de un antiguo amor, va convirtiéndose en algo que tal vez le hará olvidar a él la misión que lo trajo a esta ciudad. Ambas parejas comenzarán a conocerse y a comprenderse, hasta que los más íntimos sentimientos darán sus frutos en ese par de parejas casi taciturnas y proclives a las más angustiosas situaciones. El director y coguionista Lucas Blanco se dispuso en torno a estas historias a mezclar encuentros y desencuentros en medio de cierta soledad y penurias que hacen de las relaciones una trama coral en la que el amor será el eje y el sostén de sus existencias.

Las casualidades se imponen en estas relaciones, y ellas serán la que, en definitiva, motivarán los sentimientos y esas relaciones que nacieron de pronto y a las que ninguno de los cuatro puede sustraerse. La trama, por momentos excedida en sus diálogos, habla del conocimiento de las personas frente a las más sorprendentes circunstancias y recala en lo difícil que es, a veces, enamorarse profundamente.

El realizador contó en éste, su primer largometraje, con un elenco que trata de dar humanidad a sus respectivos personajes, y así Sabrina Garciarena y Verónica Pelaccini cumplen acertadamente con sus respectivos cometidos mientras, y con menor vigor, Lucas Crespi y Damián Canduci procuran dar veracidad a ese par de hombres a los que el amor se les cruzó repentinamente.