Amor de madres

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Desprendimientos y alumbramientos

La maternidad en todas sus facetas, desde la no deseada a la prematura y hasta la deseada, forma parte del núcleo narrativo de Amor de madres, nuevo largometraje del director colombiano Rodrigo García.

Una vez más el realizador demuestra la habilidad para describir mundos femeninos y retratar personajes emocionalmente comprometidos con la historia. Uno de los ejes que domina la trama es la idea del desprendimiento afectivo a partir de la entrega en adopción por no poder hacerse cargo de un hijo recién nacido o simplemente aquella que llega con la partida de un ser querido.

El personaje que experimenta estas dos etapas es Karen (Anette Bening), quien a los 14 años dio a luz y dejó en adopción a su hija (Naomi Watts), ahora abogada y dispuesta a triunfar en el mundo de las leyes sin atarse a ningún compromiso emocional, pero que azarosamente quedará embarazada de su jefe (Samuel L Jackson). Por su parte, Karen ha perdido recientemente a su madre e intentará comenzar de cero incorporando una pareja a su vida, quien la animará a recomponer la situación con su hija. Termina de completar el cuadro una pareja afroamericana que busca adoptar un bebe debido a la esterilidad de la mujer (Kerry Washington).

El relato de Rodrigo García maneja una serie de coordenadas que buscan cruzar las historias a partir de la distancia entre los personajes; es decir, que entre cada historia hay autonomía e independencia pero en el montaje y en la presentación de los hechos existe cohesión.

El ritmo del film acopia situaciones y conflictos tales como los miedos de la maternidad, las responsabilidades y el aprendizaje constante, con bastante precisión y eso es lo que enriquece a los personajes, sobre todo al de Naomi Watts y Anette Bening que sin dudas se llevan los laureles por su gran actuación.

Sin embargo, lo único criticable lo constituye el cierre de cada historia donde las costuras de un guión bien armado se hacen visibles y queda manifiesta la intención de que todo cuaje perfectamente con una suerte de justicia poética innecesaria y la inclusión de algunos personajes secundarios completamente funcionales a los dictados del guión.

A pesar de este reparo, estamos en presencia de un film prolijo en cuanto a la dirección y emotivo en relación a los personajes.