Amityville: el despertar

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

AMITYVILLE: EL ABURRIMIENTO

Ese lugar común pavote en el que cae a veces el público, y muchas otras nosotros los críticos, acerca de la falta de ideas en Hollywood podría servir para explicar un poco el presente del cine de terror. Y no es porque no haya buenas películas, por ahí andan la hermosa El conjuro 2 o la brillante No respires, sino que es la superabundancia de películas mediocres, malas y horribles la que nos hace preguntarnos dónde va a terminar un género que a pesar de todo este reclamo sigue siendo exitoso, reciclable y rentable. Insistimos, hay una enorme producción de películas burocráticas y sin alma, que fallan incluso en lo técnico, incapaces de generar incluso el más elemental de los climas. Amityville: el despertar es otro de esos exponentes.

No hay película que transcurra en la casa de Amityville donde no se mencione lo convenientemente barata que resultó comprarla, es que claro, allí sucedió una masacre no ficticia: en 1974 Ronald DeFeo mató a escopetazos a toda su familia mientras dormían, y en el juicio dijo que unas voces en su cabeza le decían que los mate a todos. Es un punto en la constelación de asesinatos masivos que conforman, lo que imagino, ese corpus infinito llamado historia criminal estadounidense. Por lo demás, la casa real tiene fama de estar embrujada, en el 75 la familia Lutz (que obviamente la había comprado barata) abandonó la casa alegando que básicamente ella (la casa) los echó a puro poltergeist y fenómeno paranormal, todo fue un fraude claramente. Los Lutz escribieron un libro, que luego se convirtió en una franquicia de películas de dudosa calidad que ahora la productora Blumhouse resucita dentro de su factoría de cine redituable.

Aquí una madre soltera y sus tres hijos (la eternamente desequilibrada Jennifer Jason Leigh) llegan a la barata y embrujada casa de Amityville. Uno de los hijos, James, está en estado vegetativo aunque a partir de su llegada a la casa comienza a mejorar sospechosamente. La continua manifestación de hechos paranormales llevará a los protagonistas a concluir que la casa está embrujada y que tienen que enfrentarse a las fuerzas demoniacas que los amenazan.

A grandes rasgos la película de Franck Khalfoun tiene el mismo argumento genérico de cualquier película de casas embrujadas, y también el mismo argumento de casi todas las películas que se han hecho sobre la casa de Amityville. Pero claro que eso no es malo en sí mismo, el problema es la falta de pericia con la que se nos cuenta esta desgastada historia. Khalfoun es rutinario en todos los rubros, incapaz de generar desde la puesta en escena algún clima, alguna emoción. Todo en Amityville: el despertar, desde la iluminación hasta el montaje, es genérico, estándar, indiferente y hasta a veces deficiente. Khalfoun no logra ni siquiera apoyarse en el elenco relativamente capaz con el que cuenta: la pequeña Mckenna Grace demostró su talento y gracia en Un don excepcional, Jennifer Morrison es una rendidora actriz de series, incluso uno puede decir que Bella Thorne es lo suficientemente capaz de protagonizar esta película. Sin embargo las actuaciones lucen descoloridas, esforzadas sí, pero sin lograr un registro común; es decir, están mal dirigidas. Capítulo aparte para Jennifer Jason Leigh que siempre está intensa y poco creíble, todavía está bajo el efecto de haber trabajado en la peor película de Tarantino.

Se han hecho alrededor de 14 películas sobre la supuesta casa embrujada de Amityville, quien esto escribe ha visto algunas, siempre aburridas, y poco dignas, como un discurso de Sergio Massa y, lamentablemente, Amityville: el despertar no es la excepción.