Amityville: el despertar

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Otro filme más que desea encuadrarse en el género del terror y para ello hace anclaje, por lo cual no se mueve, de los cánones establecidos y ya usados hasta el cansancio por la maquinaria hollywodense derretidora de cerebros adolescentes.
No hay en todo la realización una representación original del horror. Comienza con escenas del orden del documental de noticiero de televisión de los años ‘70, que estéticamente respeta el espacio temporal al que adscribe, es lo mínimo, ¿no?
En 1975 Ronald DeFeo fue encontrado culpable del asesinato de toda su familia, argumentaba escuchar voces que lo incitaron a ello, todo un Charles Mason de los suburbios.
Elipsis temporal de por medio, estamos a cuatro décadas de los hechos anteriores. Vemos en un auto que transita por una carretera desolada a Joan (Jennifer Jason Leigh), junto a sus hijos Belle (Bella Thorne), la pequeña Juliet (Mckenna Grace), y el hermano gemelo de la mayor, James (Cameron Monagham), en estado de coma, (un vegetal) por accidente. Ah, y el perro, infaltable claro, un hermoso ejemplar de ovejero alemán, casi lo mejor del filme.
Están llegando a su nuevo hogar, cerca del hospital donde es atendido James, el primero en registrar que algo no anda bien en la casa es por supuesto el perro, si los perros hablaran se hubiese acabado la película en los primeros 10 minutos, y nos hubiéramos ahorrado el sufrimiento de los restantes 75 minutos (por suerte es corta), pero no.
Belle se enterara de donde esta viviendo por sus nuevos compañeros de la escuela, lo cual la establece al menos como poco curiosa.
Pregunta: ¿Hacia falta que la bella Belle sea un emulo de Lydia Deetz, el personaje encarnado por Winona Ryder en “Beetlejuice” (1988), no le alcanzaba con vivir donde vive?
El entorno familiar no es el mejor: Joan que parece sólo tener ojos para James, que los tiene siempre cerrados, Belle que se siente transparente y que intenta proteger a Juliet, el segundo ser vivo que se da cuenta que acechan en la misma almas extrañas. Luego se generalizan las alucinaciones visuales y auditivas.
James ya fue desahuciado por la medicina, en contra del deseo de su madre, hasta que por arte de magia, o de alguna idea copiada vaya a saber de donde, pues hay miles ejemplos de esto, comienza a dar señales de recuperación.
Primero felices, después dubitativos, y por ultimo concientes que algo ocurre en esa mansión
Esto es claramente una secuela, innecesaria como la docena que se hicieron a lo largo de los años, no es otra cosa que una de casas embrujadas, previsible al extremo. A cada plano se adivina el siguiente, a cada palabra el dialogo completo, ni siquiera el detalle de recurrir a la original mostrando escenas de la misma puede rescatar al espectador del tedio, sólo la dirección de fotografía se salva del incendio.
Tampoco ayudan demasiado las actuaciones, con la veterana Jennifer Jason Leigh hace lo que puede con lo que le toco; Bella Thorne pasea sus esbeltas curvas frente a la cámara, histrionismo cero; Cameron Monagham tiene dos caras, dormido o poseído, maquillaje mediante; Mckenna Grace es demasiado pequeña para ser responsable de lo que aparece en pantalla.
Esta más que explicitado, que la ausencia de ideas originales en Hollywood es alarmante, también queda claro que la intención es hacer pie en los fanáticos de la saga con el sólo fin de recaudar dinero. Demasiadas imágenes distorsionadas por exceso de tergiversaciones sensoperceptivas, lo mismo que las voces del más allá que escuchan los personajes, los guionistas, los productores, el director, lo que denota la ausencia en la meca del cine de haloperidol, el medicamento exacto para disminuir las alucinaciones.