Amityville: el despertar

Crítica de Adrián Monserrat - EscribiendoCine

El abuso del horror

Con It (Eso) (2017) rompiendo todo en la taquilla parece que no hay espacio para más terror, pero no todo consiste en adaptaciones de libros de Stephen King. Llega una nueva entrega de la saga de Amityville y promete algún que otro susto para reiniciar dicha historia.

Jason Blum, aquel creador de la saga Actividad Paranormal, es sin dudas uno de los productores más influyentes del cine de terror en la última década. Su productora Blumhouse se encargó de llevar a la gran pantalla a sagas como La noche del demonio, La purga y Sinister. El éxito de las mismas se trasladó a la taquilla donde, al contar con presupuesto escaso, la rentabilidad era exponencialmente favorable. Este año pudimos ver como Fragmentado (Split, 2017) o ¡Huye! (Get out, 2017), ambas producidas por Blumhouse, se destacaron tanto en la cartelera mundial como en las críticas. ¿Pero es este el común denominador de la productora? ¿Es Blumhouse marca registrada del buen cine de terror? Son preguntas que todos se hacen y acá aparece Amityville: El despertar (Amityville: The Awakening, 2017), un nuevo producto de Jason Blum, para darnos material y responderlas.

Desde el comienzo del film, Amityville: El despertar logra ambientarnos en lo que está viviendo Belle, en la piel de Bella Thorne. Un nuevo hogar, su hermano en un cuadro de enfermedad terminal, su madre con actitudes de extrañeza y comentarios en la escuela de la historia detrás de esa casa. Todo esto nos conduce a una Belle atemorizada e insegura de todo. La película transcurre desmenuzando cada uno de los misterios de dicho hogar pero hay un hito que a Belle la trastoca: la misteriosa recuperación de su hermano, interpretado por Cameron Monaghan, el gran Joker de la serie Gotham. El reparto incluye a Jennifer Jason Leigh (Los 8 más odiados) y a Thomas Mann (Yo, él y Raquel) en roles secundarios, los cuales son desperdiciados en escenas que no tienen impacto en el espectador.

Amityville: El despertar es una nueva película producida por Blumhouse, la cual presenta la difícil tarea de estar a la altura de todas las obras que realiza la casa de estudios de Jason Blum. El tema es que la nueva entrega de esta saga cae en un error sistemático que sucede en films que tienen como espejo entregas anteriores. El guionista peca al ir a lo seguro y no sorprender. Desde que arranca la película sabemos todo lo que va a pasar minuto a minuto, sin dar espacio a la sorpresa, sin arriesgar ni especular en una vuelta de tuerca. Quedó demostrado, gracias a cada una de los grandes éxitos de la productora, que su factor clave es el riesgo ya que, al contar con poco presupuesto a la hora de desarrollar un film, se apuesta poco para que la rentabilidad se traslade al éxito económico. Acá Amityville: El despertar abusa de cada rasgo de horror, pretendiendo abarcar todo (el espíritu de un asesino suelto, el hermano que es poseído, la extrañeza de la madre, etc.) pero quedando en migajas de una muestra de terror.

El año pasado Blumhouse estrenó once películas, una clara muestra de su crecimiento. De éstas, solo cuatro lograron destacarse en la taquilla mundial acompañados por la buena recepción de la crítica: (La reencarnación (Incarnate), Ouija: El origen del mal (Ouija: Origin of Evil), 12 horas para sobrevir: El año de la elección (The Purge: Election Year) y The Darkness. En lo que va del año, ¡Huye! y Fragmentado rompieron todos los moldes y le garantizaron a Blumhouse cerrar un año en superávit, lo cual permite programar algún que otro film sin tantas expectativas pero que quizás el espectador se entusiasme a la hora de ocupar las butacas. Negar que Blumhouse es marca registrada del buen cine de terror podría ser muy determinante ya que hay productos destacados que afirman su gran performance, pero lo que estamos seguros es que la casa de Jason Blum si de algo sabe es de hacer negocios y minimizar el riesgo. Jason Blum va en contra de Amityville: El despertar: Éste no abusa del horror y cuenta con todo tipo de recursos para demostrarlo.