Amigos por siempre

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

El cuento del criado

En base a un premisa esquemática que planteaba la amistad inesperada entre dos seres de mundos distintos, Amigos intocables se convirtió en 2012 en uno de los films franceses más taquilleros de la historia, no solo dentro del país sino a nivel mundial en el que explotó como un verdadero suceso.

Su propuesta claramente for export de producción cuidada y estructura prototípica, inmediatamente hizo que el mundo posara los ojos en ella, no solo para llevar audiencia, sino para intentar repetir la fórmula.

2016 vio llegar las dos primeras adaptaciones de la misma historia, la hindú Oopiri (que se despacha con unas dos horas cuarenta minutos que deben desafíar a dejar nuestras extremidades en condiciones similares a las del protagonista), y la argentina Inseparables, lógicamente la más recordada en estas tierras en las que tuvo muchísimo éxito.

Ahora es turno del país al cual no le gustan los subtítulos. Hollywood no podía dejar escapar la chance y la traslada a su idiosincrasia bajo el título Amigos por siempre.

Más allá de los variados cambios respecto al original, la base se mantiene. Bienvenidos otra vez a la historia del millonario que le enseña al pobre cómo refinarse, mientras que el pobre le retribuye ofreciéndole un poco de humanidad… o algo así.

Tu serás mis piernas, yo seré tu conducta

Lo primero que hay que resaltar de Amigos por siempre, es que presenta varios cambios respecto al original, y más aún respecto a Inseparables (no tuve el placer de perder casi tres horas en ver la versión de la India). Y algo positivo: la mayoría de los cambios son para bien. Será cierto que a medida que se va puliendo una idea se la va mejorando.

La secuencia de inicio es siempre la misma, la de la supuesta emergencia médica arriba de una autopista. Hasta pareciera que por contrato siempre debe ser filmada igual, con los reflejos de luces y la misma música de piano de fondo. Eso sí, en este punto, la original sigue siendo la mejor pensada porque guarda un poco el misterio.

De ahí, volvemos hacia atrás. Dell Scott (Kevin Hart) sale de prisión y lo único que busca son empleadores que le llenen su tarjeta de referencias para hacer notar en asistencia social que está buscando trabajo; cuando en realidad, está pasando el momento.

Su pareja ya no lo espera cuando sale de prisión, y lo único que desea es que pueda cumplir con la cuota alimentaria y eventuales visitas para el hijo que tuvieron. Dell quiere enmendarse con el niño y su ex mujer, pero no hay caso, las cosas no le salen bien, o no hace las cosas bien.

En una de esas búsquedas “de trabajo”, Dell termina en el penthouse de un empresario y escritor de libros sobre emprendedurismo, Phillip Lacasse (Bryan Cranston), que luego de un accidente durante unas vacaciones quedó postrado de por vida y solo mueve su cabeza.

Su secretaria Yvonne (Nicole Kidman) es la que toma las pruebas para el empleo de asistente terapeútico de Phillip, y por supuesto rechaza de plano a Dell. Pero Phillip quiere que sea él, porque no lo trata con misericordia por su estado físico.

Lo que sigue es Dell tratando de adaptarse al lugar, y empleador y empleado desarrollando un vínculo de amistad en el cual, supuestamente, ambos aprenden algo del otro.

Cambio de filtro y aceite

Sí, en líneas generales estamos hablando de lo mismo. Pero nótese las pequeñas pero significativas diferencias: la mansión fue remplazada por un penthouse, y la historia de los dos protagonistas es diferente.

Un dato particular: los que hayan visto alguna de las versiones anteriores se preguntarán por qué un papel tan chico y sin peso como el de la secretaria, es interpretado por una estrella de primer nivel como Nicole Kidman. Aquí está quizás el cambio más importante, si bien sigue siendo un secundario, Yvonne gana una importancia en la historia que antes no tenía y se genera algo así como una nueva arista bastante cumplidora.

La historia y los hechos fundamentales siguen siendo los mismos. De hecho, conviene no analizarla ni un poco ideológicamente si se la quiere disfrutar. Pero digamos que en esta adaptación de Hollywood se aplica una fórmula básica de las adaptaciones mainstream de productos extranjeros: hacer la cosa mucho más liviana. Lo que en otras situaciones resulta molesto porque pierde peso y trasfondo, acá lo favorece, porque la convierte en una película menos odiosa que las anteriores.

Amigos intocables era manipuladora, forzaba todo para caer en golpes bajos y hacernos llorar, todo encajaba como en un inverosímil cuentito de hadas bien pensante.

De Inseparables mejor ni hablar, ideológicamente aberrante, torpe narrativamente, maliciosa en cuanto a la construcción de personajes. Por suerte, de la versión de Carnevale es de la que más se aleja.

Bryan Cranston vuelve a demostrar que es buen actor y no exagera con la gesticulación de su difícil personaje. No es la mejor actuación de su carrera, pero aprueba holgadamente el desafío. Kevin Hart se desprende de muchos de sus mohines, logrando balancear bien el drama con la comedia, su actuación es quizás la más satisfactoria. Nicole Kidman sabe ubicarse en un secundario, cumple, se la ve natural, y también sabe que su personaje tendrá peso en la historia.

En el apartado negativo hay demasiadas cosas dadas por hecho, como si presupusieran que sus espectadores conocen la historia previamente de los otros films. Hay tramos en los que se apura o arroja más datos de los que debió a la ligera. No es un film que busque trascender.

Neil Burger demostró que está para cosas mayores, y esto es claramente una propuesta por encargo en la que apenas hace algo correcto.

Amigos por siempre no sorprende, se disfruta el rato que dura (eso que es bastante larga), y es menos molesta de lo que pudo ser. Esta vez la ecuación de ir a menos y presentar una simple propuesta pasatista mejora el resultado.