Amigos por la vida

Crítica de Manuel Esteban Gaitán - Conexión Cultural

Si bien el cine italiano de los últimos años dista bastante de tener el peso de los grandes clásicos, sabemos que en ocasiones puede darnos una alegría. Bajo esa perspectiva, Amigos por la vida, tercer largometraje del director oriundo de Roma Francesco Bruni (Sus películas anteriores son Scialla!, y Noi 4), se presenta como una propuesta amena, con el detalle nada menor de tener como protagonista al grandísimo Giuliano Montaldo, quien fuera realizador de una cinta emblemática del cine italiano y mundial como lo es Sacco e Vanzetti.

En Amigos por la vida Montaldo interpreta en alguna forma a quien sería el personaje central de esta historia, hablamos de Giorgio, un hombre de 85 años de edad afectado por el Alzheimer, quien en su momento fue un poeta respetado, pero que en la actualidad está más próximo al olvido. Es un hombre aquejado por la soledad que necesita de una compañía. El otro personaje clave de este relato es Alessandro (Andrea Carpenzano), un joven de 22 años que pasa la mayor parte de su tiempo con amigos, sin un rumbo fijo, mientras anda a escondidas intentando seducir a la madre de uno de ellos. Será su padre, al verlo en una instancia poco productiva y que no le cae en gracia, quien le sugiere realizar la labor de acompañante del anciano, tarea a la cual se niega en un comienzo, pero que su padre insiste en que cumpla. Pese a los inconvenientes que surgirán en un comienzo, Alessandro forjará cierto vínculo con Giorgio, quien al margen de algunas mañas, y su problema de memoria, resulta ser un hombre agradable y que encierra ciertos misterios, que llevaran a Alessandro a interesarse más por su historia, y terminará cooperando en reforzar dicho vínculo.

Bruni en Amigos por la vida nos presenta una comedia con algunos elementos tradicionales de género, pero a la vez dotada de cierta inteligencia, y una serie de pasajes que llevan a las risas naturales. Uno de los factores elementales a la hora de dar fuerza al filme será la actuación de Giuliano Montaldo, siendo ciertamente sobresaliente y encantadora, mientras que el joven Carpenzano, así como el resto del elenco, cumplen con los roles que les son otorgados. A medida que avance el filme, los elementos de drama se entrecruzarán con la comedia, y eso alimentará aún más el logro en sí de la película, que entre una escena y otra, se irá desviando hacia un entramado más típico del relato dramático, cargada de una emotividad palpable. No exenta de ciertas reminiscencias a Amigos Intocables, de la dupla Nakache–Toledano, y Mis Tardes con Margueritte, de Jean Becker, plasma determinadas virtudes que van más allá de las citadas, alejándose de ser una mera copia. No obstante, vale remarcar que es cierto que la historia lleva a ciertos lugares comunes, presentándose quizás sin muchas sorpresas, y que la originalidad no es el elemento fuerte de Amigos por la vida, pudiendo decir que respeta las estructuras de los géneros que aborda, pero esto no hace que el filme esté mal, ni sea desacertado, en absoluto, ya que goza de una realización muy efectiva, y funciona con todos sus cometidos.