Amigos por la vida

Crítica de Catalina García Rojas - Visión del cine

El director italiano Francesco Bruni presenta en su tercera película, Amigos por la vida, una estructura simple con elementos autobiográficos y pura ficción para comparar dos generaciones desde la sentimentalidad y la revalorización de la amistad.
“¿Alguna vez has escrito un poema? Los poemas están escritos cuando no sabemos dónde poner el amor”, afirma Giorgio (Giuliano Montaldo), un poeta olvidado de ochenta años y víctima de la enfermedad del Alzheimer. El que lo escucha es Alessandro (Andrea Carpenzano), un joven de 23 que pasa sus días en el bar con sus amigos y que es obligado por su padre a aceptar un trabajo aparentemente simple: hacerle compañía a Giorgio.

Lo que él no sabe es que a partir de este entrañable vínculo el rumbo de su vida cambiará y su perspectiva dejará de ser la de antes. Entre sus largos paseos por el parque y por las calles de Trastevere forjan una amistad llena de enseñanzas y misterios por descubrir.

El encuentro entre dos mundos y generaciones tan diferentes da lugar a mucha comedia e ironía. Alessandro entra en la vida e invade el hogar de este elegante caballero para hacerlo disfrutar, fumar, beber y hasta incluso jugar con la PlayStation. El Alzheimer de Giorgio se retrata con simpatía y saca a relucir el lado más divertido de la enfermedad: olvidarse los nombres, cometer varios errores y permanecer eternamente en otra época. Sin embargo, está perfectamente representado en la lentitud con la que camina y los lejos que está de su propia memoria. Algunos de sus recuerdos y vivencias de la Segunda Guerra Mundial resurgen e inician una búsqueda del tesoro en el verdadero sentido del término.

La película se desvía de su planteo inicial y se convierte en una road movie con la búsqueda de un regalo que los soldados estadounidenses le dejaron a Giorgio hace más de setenta años en el corazón de los montes Apeninos.

Escrita por Bruni, la película analiza la memoria y el diálogo entre generaciones a través de la redención y el existencialismo. Ambos protagonistas se ayudan mutuamente para entender el verdadero significado de los vínculos. La química entre ambos es visible desde el primer encuentro gracias a las interpretaciones de Montaldo y Carpenzano.