Amigos con derechos

Crítica de Santiago García - Leer Cine

BUSCANDO DESESPERADAMENTE LA NOVEDAD

La comedia romántica es siempre el mismo género, pasan los años y no cambia su esencia, sin embargo, en la última década ha surgido una entendible necesidad de actualizarla a los tiempos que corren. Amigos con derechos es uno de estos claros intentos de actualización.

Amigos con derechos tiene todos los elementos de una comedia romántica, se puede adivinar su estructura sin problemas. Esto no es un defecto, es el género que se ha basado siempre en los mismos elementos. Pero al mismo tiempo, y como pocos films, da cuenta de un contexto en el cual la película se ubica. Eexpone, además, los cambios sociales que e ideológicos del presente. Es el gran conflicto de los géneros: mantenerse iguales y renovarse a la vez. La comedia romántica es un género delicado: no pueden cometerse excesos porque el camino de regreso entonces se complica. Los personajes no deben realizar nada que genere un punto sin retorno. No es raro entonces que sea difícil construir algo que se vea moderno e innovador. Y tal vez sea un error, tal vez el problema de las comedias románticas sea justamente el querer salirse de su base sólida, la misma que la ha convertido en uno de los géneros más populares. Por eso en esta década han surgido elementos escatológicos, violentos, provocadores y forzadamente transgresores, en algunos casos. Cuanto más pura es una comedia romántica, más burlas recibe. Tal vez, los últimos exponentes del género en su estado natural hayan sido , Sintonía de amor y Tienes un e-mail, la primera dirigida por Rob Reiner, las otras dos por Nora Ephron, guionista de las tres películas. Claro que salirse de los códigos del género tampoco es algo malo, el problema es cómo hacer que esto se vea razonable.

Amigos con derechos está dirigido por Ivan Reitman, el veterano director y productor canadiense cuya carrera en Hollywood ha tenido indudables éxitos, como Los cazafantasmas, Un detective en el kinder, Junior, Presidente por un día. Como productor se dio el lujo de producir los primeros films de David Cronenberg (Shivers, Rabid) y los films de su hijo, Jason Reitman (La joven vida de Juno, Amor sin escalas). Reitman aporta oficio y resuelve con una narración clásica todas las instancias del relato. Las innovaciones vienen más bien por el guión de Elizabeth Meriwether, que incluye –más allá de las imposiciones del mercado que hayan podido afectarlo- una base que busca hacer la diferencia. En primer lugar, elige al personaje femenino para mantener la distancia entre los protagonistas, y hace que ella sea la que no quiere ataduras en la pareja. Pero luego también realiza cosas poco habituales en la historia del cine, como por ejemplo, toda una escena de comedia sobre la menstruación de la protagonista y sus amigas. El punto de vista femenino queda así asegurado, lo que lejos de restarle al film, le suma. Por otro lado, la película cumple con los nuevos clichés del género. Los personajes gays positivos integrados a la trama, la sexualidad mostrada de forma desenfadada y hasta el consumo de marihuana como algo totalmente aprobado y positivo. Qué raro que es el cine industrial americano, que rechaza de plano cualquier inclusión de personajes protagónicos fumando tabaco, pero utiliza como algo cómico y sano que fumen marihuana. Esto tampoco es ni bueno ni malo, solo muestra cómo un film industrial delata, aun si quererlo, la forma en que la sociedad cambia con el tiempo.

En la primera parte de la película, los chistes no son muy efectivos y el timing no encuentra su rumbo. Luego comienza a levantar y se vuelve mucho más efectiva. Algunos de los mencionados lugares comunes tienden a aburrir y las novedades son simplemente eso, novedades. Pero no hay que perder el eje: estamos frente a una comedia romántica. Y Amigos con derechos entrega novedades, pero es fiel hasta la médula al género al que pertenece. En esa tensión tal vez esté su interés, pero también, todas sus limitaciones.