Amenaza en lo profundo

Crítica de Nicolás Pratto - Funcinema

CORTITA Y AL PIE

En un cine mainstream que intenta generar un enorme hype en el público, para que luego se traduzca en taquilla, uno valora aquellas producciones que no apelan a vender una “obra maestra” ni ahogarnos con teasers y trailers. Aquellas películas que desde sus recursos, cumplen. Haciendo un poco de historia, en la década del 20 y 30, las producciones de la Universal, los 40’s con Val Lewton, 50’s y 60’s con Roger Corman y William Castle. Obras que si fueran un plantel de fútbol, serían aquellos denominados “gasoleros”. Rinden, te salvan de estar en los últimos lugares y te pueden sorprender al pelear un campeonato o clasificar a una copa importante.

En el caso de Amenaza en lo profundo tenemos a seis personas viviendo en una estación minera a 11 kilómetros de profundidad del mar. Tras lo que ellos creen un terremoto que inhabilitó la estación, deberán llegar a la siguiente estación para encontrar resguardo. En el trayecto se darán cuenta que la verdadera amenaza es una criatura marina, desconocida hasta entonces. La dirección de William Eubank reconoce a otras películas similares: la criatura que emerge ante el aprovechamiento de los recursos (Megalodón), Kristen Stewart con un look a lo Ripley en Alien al cubo, junto a la criatura y sus crías, parecida al xenomorfo.

La acción y el movimiento están desde el primer minuto, la película no dedica demasiado en introducirnos a los personajes secundarios, e incluso al protagónico. Uno acepta las reglas del género y reconoce los clichés: los que hacen chistes y el afroamericano (carne de cañón), la chica asustada, el capitán que se sacrifica, para que finalmente nuestra protagonista asuma la responsabilidad. Sumado a la amenaza marina, se encuentran la claustrofobia del lugar y de las oscuras profundidades que arrastran a cada personaje, hacia sus miedos. Oscuridad que se implementa para que tanto los protagonistas, como los espectadores, no tengamos una imagen clara del monstruo. Construyéndolo por partes, hasta el clímax. Por momentos el recurso del movimiento de la cámara caótica, sumado al slow motion, se utiliza en repetidas ocasiones como efecto final, desestimando una buena construcción de escena.

Amenaza en lo profundo sigue un abc ya reconocido, pero que entretiene, referenciando a obras similares, pero no al exceso para que parezca un collage. Después de todo, como diría Brian De Palma en Doble de cuerpo, refiriéndose a otro género: “Estamos haciendo una porno, no El último tango en París”.