Ambulancia

Crítica de Marcelo Stiletano - La Nación

Ambulancia es el mejor argumento que podría usar el sindicato de editores para cuestionar antes del Oscar la decisión de la Academia de Hollywood de dejar a sus afiliados fuera de la transmisión en vivo de la ceremonia de este año. El montaje de imágenes es la verdadera estrella de películas como esta, que muestran en su máxima expresión el poder del cine industrial de Hollywood como una mezcla única entre el oficio artesanal, la capacidad tecnológica y los recursos visuales y sonoros de última generación. Desde este lugar, el editor no merece ser apartado de los reconocimientos principales que se premian con el Oscar.

Todo esto es posible dentro del reino de Michael Bay, el director de mayor perfil de Hollywood que elige narrar sus películas como si fueran gigantescos videoclips. De hecho, su carrera empezó a hacerse notar en ese terreno, que llega por momentos aquí casi al paroxismo. Desborda el extenso relato de planos brevísimos, casi siempre agitados, nerviosos y eléctricos, e inverosímiles movimientos (horizontales, verticales, laterales) de una cámara que nunca deja de serpentear o moverse en zigzag a la velocidad del rayo. Bay entiende el cine como una montaña rusa en movimiento.

Esta remake de un largometraje danés de 2005 sostiene una de las premisas de la película original (la narración en tiempo real de lo que ocurre luego de que el robo a un banco sale mal) y descansa en la pericia de Bay y de sus editores para llenar de tensión, suspenso y adrenalina la interminable persecución por las calles y autopistas de Los Ángeles. También hay una pizca de humor y hasta algún momento en el que Bay se ríe de su propia historia como director.

Los Ángeles es una de las grandes protagonistas de la película, expuesta con todo el poder de su reconocible fotogenia en el retrato de su escenografía urbana, sus calles y autopistas. Es muy logrado el uso que la película hace, como fondo de la frenética acción, de la degradación edilicia y social de estos tiempos de pandemia en el área que se conoce históricamente como Downtown L. A., el centro histórico de la gigantesca urbe.

Todo ese nervio se aplaca cuando Bay tiene que ocuparse de los retratos humanos, presentados con la torpeza y el trazo grueso que caracteriza a su cine. Lo que lleva a los personajes a actuar es presentado de un modo tan pueril que más de una vez arroja como resultado algunos comportamientos incomprensibles. Sobre todo en el caso del drama personal de un veterano de Afganistán que a su regreso es arrastrado a un dilema moral para resolver la situación límite que enfrenta su familia. Como si no alcanzara todo el armado de ese mapa elemental de conductas, una banda sonora estridente y plañidera se encarga de reforzarlo.

En el tramo más intenso de la acción, Ambulancia consigue el objetivo de un modesto entretenimiento que logra sostenerse hasta el desenlace, estirado en exceso. Los actores, sobre todo Jake Gyllenhaal (en una versión todavía más recargada de su típico personaje intenso), le ponen literalmente el cuerpo a un relato vertiginoso que se olvida a la misma velocidad.