Amapola

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Fantasía, romance y esplendor visual

Debuta como realizador cinematográfico el consagrado director de arte, puestista y artista plástico Eugenio Zanetti. Y lo hace con todo su bagaje, con una de esas obras que se aman o se rechazan sin términos medios. Almitas de juvenil sabihondez la despreciarán a pleno, y gente habituada a las convenciones del teatro, la opera, el espectáculo en general y el cine de fantasía romántica en particular, la disfrutará a pleno, por encima de algunas irregularidades bastante comprensibles. Ante todo, es un trabajo digno de verse en pantalla grande, y un entretenimiento que dibuja en su público una sonrisa de simpatía.

Detrás de esto surge el andamiaje del "Sueño de una noche de verano". Una familia de artistas -con todo lo que eso significa en materia de exaltados y lunáticos- representa anualmente esa obra en puestas a todo trapo. Esa gente vive literal y felizmente aislada en el esplendor de un regio hotel de su propiedad, ignorando los robos del gerente y otros hechos propios del mundo terreno, que podrían ser la pesadilla del futuro. Cada tanto, la radio y la televisión traen noticias penosas o inquietantes. Eso no puede cambiarse. Pero algo puede surgir, a favor del amor y la armonía de quienes por allí habitan, o siquiera están de visita.

Personaje principal, es una una jovencita hermosa, dulce y sensible, que empieza a revelar dotes de "sensitiva", como llaman algunos estudiosos de fenómenos paranormales a las personas capaces de percibir visiones. Al comienzo ella no sabe interpretarlas, pero quizá con el transcurso de los acontecimientos puede aprovechar esas dotes para revertir ciertos hechos nefastos y hasta agendarse un novio. Su inefable abuela, reina de la noche, habrá de orientarla en esos asuntos.

Es fantasía, ya lo dijimos, y romántica. Para envolvernos en ese mundo hay un apabullante trabajo visual, encabezado por Zanetti y su amigo de largos años, el director de fotografía Ueli Steiger. Lo que se ve es admirable, muchas veces delicioso (y, detalle harto plausible, se hizo con mucho menos presupuesto del que aparenta). Hay también un amplio elenco donde destacan Camille Belle, Geraldine Chaplin y el carilindo François Arnaud, pero casi todo el resto tiene su momento, y hasta aparecen algunos cameos, y dos cordobeses sintetizan graciosamente un argumento de Shakespeare.

Se anotan asimismo la música casi constante de Emilio Kauderer y de Pablo Borghi, el dúo de "La Africana", un mambo de Pérez Prado que unos chicos bailan alegremente, el "We'll meet again" cantado por Elena Roger (que también actúa), y, lógico, el clásico tema que da nombre al film y al personaje principal.

La trama es simultáneamente hábil e ingenua, como tantas otras del género. Eso es parte de su encanto, aunque pueda parecer uno de sus puntos débiles. Más objetable quizá sea cierto aire de imponencia, medio inhabitual en esta clase de historias. Hay algo de arrebatado en el conjunto, lo que hace a su carácter, que incluye algunos toques de comedia, y, como corresponde, hay un final feliz.

Detalle final, para buscadores de datos. Geraldine Chaplin ya hizo cuatro films en Argentina: "Un amor de película" ("¡Hostias!", en España), "Entre dragones", de Roland Joffe, donde Zanetti fue director de arte, este "Amapola" y un documental sobre las mujeres de El Bolsón. Y Camille Belle, dos: la anterior fue otra fantasía, "El secreto de los Andes".