Amante a domicilio

Crítica de Fernanda Nicolini - Crítica Digital

Sólo un gigoló con algo de alto voltaje sexual

El novio de Demi Moore vuelve a protagonizar una película donde parece que su mayor mérito es sacarse la remera (bueno, y el pantalón y el calzoncillo). Una historia apenas simpática con planos estilo Kamasutra.

Al parecer, Amante a domicilio no se propone ser otra comedia romántica –y lo bien que hace, porque no es ni cómica ni romántica– sino una historia simpática de alto voltaje sexual. Esto es: la desnudez escultural de Ashton Kutcher tomada desde todos los planos posibles mientras recrea poses que parecen copiadas del Kamasutra.

Kutcher es Nikki, un joven recién llegado a Los Ángeles con el plan perfecto para ingresar al universo vip de aquella ciudad de fantasía sin hacer mucho esfuerzo: está dispuesto a ofrecerse como sex-toy a cambio de que las mujeres lo mantengan. Y para lograrlo acude a reglas como “hay que hacerlas enojar así después les pedís perdón y se dan cuenta de que sos sensible”. Reglas que están a tono con las demás líneas de un film en el que con un simple “hola, cómo te llamás” el joven gigoló sin gracia es capaz de levantarse a una infernal Samantha (Anne Heche) –profesional exitosa, inteligente y dueña de una mansión en las montañas que “perteneció a Peter Bogdanovich”– porque, claro, ella es veterana y está sola.

Teniendo en cuenta que la temática está bastante transitada en la historia del cine, la vuelta de tuerca que se le intenta imprimir con las escenas eróticas se vuelve totalmente artificial y vacía frente a la mirada retrógrada con la que se presenta a la mujer que acepta los servicios de Nikki. ¿Por qué un personaje como el de Heche se sometería a todas las humillaciones a las que se somete? ¿Por qué una mujer inteligente tendría fantasías de pareja con un joven todo bíceps/cero carisma? Todo esto no sería tan exasperante si no fuera porque se trata, además, de un cuento con moraleja: Nikki finalmente se cruzará con una chica que le pagará con la misma moneda (Margarita Levieva) y lo hará sufrir.

Paradójicamente, es la maltratada Samantha la que da en la tecla cuando le dice a Nikki: “No sos gracioso, no sos interesante, no sos inteligente, sólo tenés una cara bonita y 15 centímetros”. “Dieciocho”, responde él. Y con eso, claro, no alcanza para una película.