Amanecer - Parte 2

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Amanecer, Parte 2 es la última (por ahora) parte de la saga Crepúsculo. Por el momento le da un cierre a la historia, aunque está tan plagada de pistas y puertas abiertas que no sería nada extraño que la franquicia fuera resucitada de aquí a unos años. Mientras que la calidad de la saga ha ido en franco declive, las arcas de los productores se han visto inundadas de dólares provenientes de los bolsillos de calenturrientas adolescentes - las cuales darían su riñón derecho por obtener un calzoncillo usado de Taylor Lautner o el rollo de papel que tiene Robert Pattinson en el baño de su camerino -, quienes han visto una y otra vez las mismas mediocres películas para grabar en sus retinas los apasionados besos que se plantan los insulsos protagonistas de la saga..
Amanecer, Parte 2 es más de lo mismo. Tiene un poco más de ritmo que el filme anterior, pero eso sólo sirve para que los defectos afloren con mayor velocidad. Debo confesar que la única película que me ha gustado de la saga fue la primera y, después de eso, vino el precipicio y el olvido. Si alguien me pregunta quién es quien en el universo Twilight, o por qué tal o cual hacen determinada cosa, le confieso que no me acuerdo ni me interesa acordarme. Tampoco es un dato esencial, con lo cual no me quita el sueño sentarme a ver la Parte 2 sin acordarme siquiera de la Parte 1. Me acuerdo que había unos vampiros malos que viven en Italia, y que la Stewart y el Pattinson viven en una especie de pecado - debido a pertenecer a razas diferentes -, con lo cual iban a ser castigados de un momento a otro. La Parte 2 viene a disparar todos los mecanismos dramáticos que la saga ha ido acumulando desde las anteriores entregas... los cuales parecen resultarles insuficientes a los responsables de la franquicia. Es por ello que la película empieza a incorporar estupideces salidas de la galera, como que todos los vampiros poseen un segundo superpoder oculto - leer mentes, manejar los elementos como el agua y el fuego, crear escudos de energía, anticipar el futuro, etc -, con lo cual se transforman en una especie de versión berreta de los X-Men. Es extremadamente frustrante ver como la historia comienza a trampear sus propias reglas, inventando Deus Ex Machina diseñados exclusivamente para darle un espectacular grand finale a la saga. Y mientras que la batalla final tiene su nervio - que debe ser lo único destacable de toda la película -, por otra parte viene con un giro de tuerca shyamalanesco que equivale a dispararse en sus propios pies. ¿Tanto preparativo para una sesión de clarividencia de miserables cinco minutos?. ¿Tanto les costaba matar a alguno de los personajes principales o generar una mínima sensación dramática?. Todo termina tan encausado por los carriles de lo políticamente correcto que resulta vomitivo.